Por Milton R. Barrera y Luis Enrique Galván
Fotos: Juan Pablo Gutiérrez, cortesía de Amazon MGM Studios

‘PIMPINERO: SANGRE Y GASOLINA’

En la frontera entre Colombia y Venezuela, contrabandistas de gasolina, conocidos como pimpineros , arriesgan la vida transportando combustible ilegalmente a través del árido desierto. La película ‘Pimpinero: Sangre y gasolina’ nos sumerge en este mundo de peligro y ambigüedad moral, siguiendo a Juan (Alejandro Speitzer), el más joven e idealista de tres hermanos que lideran una pequeña banda de contrabandistas. Sin embargo, su estabilidad se ve amenazada por Don Carmelo, un carismático pero implacable capo que busca monopolizar el negocio a través de un poderoso cartel. Este conflicto fractura a los hermanos cuando Juan, decidido a defender su independencia y libertad, decide irse por su cuenta.

Aunque la trama parece centrarse en la dinámica entre los tres hermanos, la verdadera heroína de la historia resulta ser Diana (Laura Osma), la novia de Juan. De personaje secundario inicialmente, Diana emerge poco a poco como la protagonista tomando el control de la narrativa. Este inesperado giro transforma la película de un drama sobre hermandad y contrabando en un thriller de venganza y empoderamiento personal.

En este artículo, exploramos cómo el director de fotografía Mateo Londono AMC, contribuyó al estilo visual de la película dirigida por Andrés Baiz (‘Griselda’, 2024) quien explora los límites de los personajes que habitan esta historia. A través de esta plática, descubrimos las claves del proceso creativo detrás de las imágenes de esta producción. El proyecto ‘Pimpinero: Sangre y gasolina’ llegó a las manos de Londono gracias a Baiz, quien lo contactó durante el estreno de ‘Radical’, en Sundance. “Ya era admirador del trabajo de Andy, así que el interés por el proyecto fue inmediato”, cuenta Londono. “La película está ambientada en La Guajira, una región desértica de belleza salvaje que me recuerda a un western. Además, me atrajo la oportunidad de explorar un tema poco conocido fuera de Colombia y Venezuela: el contrabando de gasolina, una problemática enraizada en las tensiones políticas entre estos países hermanos”.

Del guion a las imágenes

Aunque a primera vista el guion de ‘Pimpinero: Sangre y gasolina’ se presentaba como una película de acción centrada en el contrabando de gasolina, rápidamente quedó claro que es de algo mucho más profundo. Londono, lo resume así: “Realmente, es una exploración de los límites a los que podemos llegar por amor, adicción, miedo, valentía o dinero. Es una película sobre personajes, con una estructura compleja que examina los lados más oscuros de la humanidad. Eso fue lo que más me atrajo del proyecto”.

Al leer el guion, el director de fotografía experimentó una conexión inmediata con la historia, no solo por su contenido, sino también por su potencial visual. Sabía que la película debía reflejar esos extremos humanos y físicos que proponía el guion, y eso le permitió empezar a imaginar las imágenes que podrían capturar esa sensación. “Para mí, de cierta manera, la parte de acción está en segundo plano. Me gustan las películas que tratan de explorar el lado oscuro de la humanidad. En eso se basaron nuestras conversaciones: en cómo transmitir la crudeza y la tensión de la historia sin perder la profundidad emocional de los personajes. Esto implicaba tomar decisiones importantes sobre la iluminación, la paleta de colores y el movimiento de cámara”.

“Debo mencionar que el proceso fue muy rápido y un poco caótico. Me sumé al proyecto faltando cuatro semanas para comenzar a filmar en un proceso de cincuenta y dos días, con escenas de acción grandes y elaboradas; con locaciones en sitios muy remotos. Entonces, por razones logísticas, me tocó arrancar el proyecto con menos tiempo del ideal. Pasé de estar un viernes en Sundance, a estar el lunes siguiente en Valledupar, Colombia, descubriendo las locaciones; un shockbastante grande por el contraste entre una situación y la otra. Entonces, mi trabajo principal fue absorber y empaparme de todo lo que estos lugares y la historia me daban. Afortunadamente, Andy y la diseñadora de producción, Angélica Perea, habían hecho un trabajo excepcional de scouting , lo que ahorró mucho tiempo. Fue un acercamiento distinto, porque como cinefotógrafo, generalmente uno está muy involucrado en la toma de decisiones”.

La película fue filmada en La Guajira colombiana, una región árida y de paisajes desolados que jugó un papel clave en la atmósfera visual. Mateo Londono resalta cómo la geografía y el entorno fueron fundamentales para dar forma a la historia y cómo ese lugar rudo reflejaba los conflictos internos de los personajes.

“La película sucede en La Guajira que para muchos es un lugar desconocido y que, históricamente, ha sido bastante aislado. Es una zona con una comunidad originaria, los Wayúu, que han sido los dueños de esas tierras toda la vida y nos permitieron grabar ahí. Lo primero que hice al llegar, fue tratar de entender muy bien esto, dónde sucede; entender cómo era la luz en ese espacio; quería ver cómo era la tierra, cómo eran los colores”.

Los Wayuu, con su profundo vínculo con el desierto y sus tradiciones ancestrales, aportaron una capa adicional de autenticidad y riqueza cultural a la narrativa. El equipo de producción trabajó estrechamente con comunidades locales para representar sus costumbres, colores y tejidos, integrándolos de manera orgánica en la historia. Esto no solo agregó profundidad visual, sino que también subrayó la tensión entre las tradiciones arraigadas y los conflictos modernos que atraviesan esta zona fronteriza. “La tierra, el viento y las personas Wayuu, son indivisibles del paisaje de La Guajira. Todo esto formó parte del alma de la película”, apunta el director de fotografía.

Desde el principio quedó claro que el equipo debía abrazar las condiciones extremas de La Guajira y trabajar con ellas en lugar de intentar controlarlas. El viento constante, la tierra roja y la dura luz del sol definieron el estilo visual de la película. Mateo optó por una estética naturalista evitando cualquier tipo de artificio. “La Guajira no se deja llevar. Es un lugar de belleza áspera y ruda. Hay viento, sol implacable y paisajes desafiantes. Todas estas características naturales moldearon el look de la película”.

Más es menos

Londono revela que su filosofía siempre ha sido optar por una iluminación lo más natural posible, evitando la sobreiluminación o la estilización. Esta opción no solo respondía a la necesidad de adaptarse al entorno de La Guajira, sino también a una preferencia personal por un estilo más realista.

“Hablando con Andy, desarrollamos un estilo que tenía esa primera regla: abrazar lo que teníamos y tratar de no iluminar demasiado. Una de las ventajas con las que contábamos en esta película, era un plan de trabajo bastante amplio y la primera decisión fue irnos con las cosas lo más realista que podíamos, especialmente con los exteriores”. “Lo segundo que hablamos Andy y yo con respecto a cómo contar esta historia, es decir, el lenguaje, fue tratar de hacer las escenas de la manera más simple posible, con la menor cantidad de planos.

Un lenguaje visual sencillo pero preciso

Desde sus primeras conversaciones con Baiz, Londono aprendió que al director no le gusta la cámara caótica o en mano. “Andy quería movimientos muy precisos lo que llevó a un diseño visual que buscaba contar las escenas con el menor número de planos posibles, utilizando el blocking y los movimientos de cámara para generar dinamismo”.

A pesar de esta búsqueda de simplicidad, el director nunca permitía que las cosas se volvieran fáciles. “Andy siempre pedía que buscáramos ‘el gorila’ de cada escena: lo inesperado, lo que no era obvio. Esto nos obligaba a cuestionar constantemente nuestro enfoque y a asegurarnos de que estábamos contando la historia de la mejor manera posible. Al final, hubo cuatro escenas que utilizamos cámara en mano alrededor de Diana para puntualizar momentos muy críticos”.

Mateo recuerda que entre las influencias visuales para la película se incluyen ‘Revanche’ (2008, dir. Götz Spielmann) y ‘Beau Travail’ (1999, dir. Claire Denis), dos referencias clave para el equipo creativo.

Un baile de géneros

Uno de los aspectos más distintivos de ‘Pimpinero’ es su capacidad para cambiar de género de manera fluida. Según Londono, la cinta comienza como una película de acción; se transforma en un drama familiar; avanza hacia un romance y finalmente regresa como una historia de venganza. “La película logra algo que rara vez he visto: cambia de género de manera casi imperceptible. Fue como hacer cuatro películas en una”. A pesar de estas transiciones narrativas, el equipo decidió mantener una continuidad visual homogénea en toda la película lo que permitió establecer un lenguaje visual que priorizaba el naturalismo y la economía de planos, sin sacrificar la cohesión de la obra.

Selección de prioridades

Unirse a un proyecto con tan poco tiempo de preparación implica tomar decisiones estratégicas para minimizar riesgos. “Sabía que necesitaba un equipo con el que ya estuviera familiarizado,” explica Londono. Optó por usar la cámara ARRI Alexa Mini LF junto con lentes Zeiss Supreme Primes, diseñando un LUT muy alineado con el ARRI 709 para garantizar una coherencia visual entre las distintas unidades. “Sabía que esta combinación de cuerpo y óptica sería capaz de soportar los elementos y las dificultades que enfrentaríamos durante el rodaje,” añade el director de fotografía.

El personal técnico fue crucial para superar los desafíos, especialmente al filmar las complejas escenas de acción sin recurrir a VFX, producción virtual o greenscreens. “Roles como el del key grip Jason Ropero, el gaffer Carlos Bravo y el fotógrafo de segunda unidad y operador de steadycam , Andrés Gutiérrez, ‘Guti,’ fueron esenciales para lograr secuencias complicadas. Cada miembro del equipo aportó su experiencia y creatividad para encontrar soluciones técnicas que hicieran posible capturar la intensidad de cada escena con naturalismo y precisión”.

Cuestionamiento y crecimiento

El involucramiento visual supone una persistencia de larga duración, dadas las características de cada fase por las cuales atraviesa un proyecto, y en la que el cuestionamiento se convierte una herramienta más para el desglose dramático de la historia completa; desde un diálogo propio e interpersonal frente a la palabra escrita, así como a la racionalización de la intuición en las decisiones fotográficas. A veces, incluso en un cuestionamiento con respecto a preceptos y convenciones de condiciones lumínicas.

Trabajar en un entorno tan extremo como La Guajira llevó al equipo a replantearse muchas convenciones visuales. Por ejemplo, filmar exteriores nocturnos en un lugar sin fuentes artificiales de luz presentó desafíos filosóficos. “Iluminar noches en la mitad de la nada te obliga a cuestionarte cosas como la verosimilitud de la luz de luna. ¿Hasta qué punto es fiel a la realidad? ¿Y hasta qué punto puedes sacrificar esa fidelidad para lograr un efecto cinematográfico?” reflexiona Londono. Otro reto para Mateo Londono, fue la continuidad del cielo en escenas exteriores.

“Sabíamos que las nubes podían ser unproblema, así que una de las pocas intervenciones en postproducción, fue el reemplazo de cielos para garantizar la cohesión visual”, comenta.

Conclusión

A través de su trabajo en ‘Pimpinero: Sangre y gasolina’, Mateo Londono AMC, no solo logró capturar la crudeza de La Guajira y la humanidad de los personajes, sino que también aprendió a trabajar con lo inesperado. “No puedes controlar cada factor; hay elementos más grandes que tu preparación. Solo al aceptar y caminar junto a ellos puedes dejarte sorprender por lo inesperado.” Para finalizar, otro elemento esencial sin el cual esta visión no se habría logrado, es la generosidad y el ambiente de colaboración que fomentó el director. “Andy demanda lo mejor de cada uno cada día, sin permitirnos caer en lo facil. Al mismo tiempo, nos incorpora como socios en el proceso de narrar esta historia,” comenta Londono. Esta cinta nos transporta a un lugar que pocos hemos estado tanto físico como emocionalmente. Explora hasta donde estamos dispuestos a llegar en situaciones complejas que desafortunadamente se presentan repetidamente entre fronteras políticas y humanas.

‘Pimpinero: Sangre y gasolina’

Cámara: ARRI Alexa Mini LF

Óptica: Zeiss Supreme Prime

Gaffer: Carlos Bravo

Cinefotógrafo: Mateo Londono AMC

Trailer ‘Pimpinero: Sangre y gasolina’

Sigue a Mateo Londono AMC

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‘Pimpinero: Sangre y gasolina’

Mateo Londono AMC