Por Dunia Rodríguez

 

Un thriller necesita los hilos justos de la tensión, atrapar desde el principio sin dejar rendijas para escapar. La ortodoxia lo marca así, pero la libertad creativa permite ir más allá, tener acercamientos distintos, roces más profundos para sentir la historia en la piel y contarla desde la extensa dimensión de la luz en su curva hacia la oscuridad.

En ese tránsito, la vida puede cambiar para siempre, sobre todo cuando una mujer se enamora de un hombre mucho más joven y cuando una escapada de fin de semana marca el encuentro de los personajes predestinados a urdir y desentrañar la intriga.

Pero, ¿cómo narrar el quiebre impredecible del affaire manteniendo en cadencia la pasión, la obsesión y el misterio? 

De eso conversamos con Juan Pablo Ojeda AMC y Jerónimo Rodríguez-García AMC, Directores de Fotografía en Oscuro deseo, un thriller pasional dirigido por Pitipol Ybarra (Pedro Ybarra) y Kenya Márquez.

La serie escrita por Leticia López Margalli, es una producción de Grace Ugalde y Verónica Velasco, Epigmenio Ibarra y Natasha Ybarra-Klor, de Argos para Netflix, en cuya plataforma se aloja desde el pasado 15 de julio.

La atracción

En el principio fue la atracción y el deseo de hacer algo diferente, pero también la oportunidad de salir de la zona de confort, con una apuesta distinta a la producción de series para una plataforma de streaming, coinciden los cinefotógrafos.

Oscuro deseo, cuentan, los dejó explorar, jugar con la luz, con la oscuridad y las texturas; les dio la libertad de narrar los cuerpos en su plasticidad y dejar a la piel en su expresión natural. 

Juan Pablo Ojeda AMC, Director de Fotografía de la primera unidad, narra que tan pronto leyó los guiones, empezó a imaginar la narrativa visual. Invitado por Pitipol Ybarra, confiesa que ya traía ganas de un proyecto como Oscuro deseo:“Creo que todos queremos tocar varios tipos de iluminación, de proyectos, para poder crecer como fotógrafos. Cuando Piti me dio a leer los guiones, instantáneamente, me atrapó. Eché la cabeza a volar, empecé a imaginar, a sentir cómo me gustaría que se viera. Eso fue mi primer sentimiento y atracción al proyecto”.La idea empató con Pitipol Ybarra  (El cielo en tu mirada, 2012; Amor a primera visa, 2013) quien también buscaba hacer un historia diferente y salir de cierto encasillamiento en temas de toque romántico. Aunque, con él ya había “hecho series más oscuras, nunca una con un guión y la forma en que se cuenta la historia. Me gustó mucho, me apasionó este proyecto”, añade Juan Pablo Ojeda AMC.

Desde hace varios años Juan Pablo Ojeda AMC y Pitipol Ybarra han compartido el set en proyectos como Preso No. 1 (Telemundo, Argos, 2018-2019, serie), Ingobernable (Argos, Netflix, 2016, serie: capítulos 1, 2, 5, 9, 10 y 12), Dos lunas (Argos, FOX Entertainment, 2013, serie: capítulos 1, 8, 12 y 13), Capadocia II y III (Argos, HBO Entertainment), entre otros.

Quienes también dejaron su zona de confort fueron los actores. Maite Perroni, Alejandro Speitzer, Erik Hayser, Jorge Poza, Regina Pavón y María Fernanda Yepes “son actores fuertes que están contando una historia diferente y ellos mismos defendían esa oportunidad de hacer cosas distintas a las que estaban acostumbrados”, destaca Jerónimo Rodríguez-García AMC, Director de Fotografía de la segunda unidad. Entonces, “todo mundo estaba apostando y arriesgando, pero respetando el trabajo del otro, y todo fue sumando, incluso las mismas empresas, tanto Argos como Netflix, estábamos caminando en un mismo equipo”, dice.Y es que el thriller, explica Jerónimo Rodríguez-García AMC (Hasta que te conocí, Disney Latin America-BTF Media, 2016), “permite jugar con muchas atmósferas y sobre todo con la oscuridad. Normalmente como fotógrafos es el manejo de la luz, pero con Oscuro deseo es la otra parte: acercarnos más al otro lado de la curva, a los negros”.

Algo de esas posibilidades ya las había explorado en El César (Disney Latin America-BTF Media, 2017), donde una de las subtramas tenía algo que ver con la investigación y con un poco de thriller policiaco, agrega Jerónimo Rodríguez-García AMC, quien llegó a este proyecto de la mano de Kenya Márquez. Juntos venían de El juego de las llaves (Amazon Prime Video, Mil nubes, 2019), melodrama centrado en la relación interpersonal de cuatro parejas contemporáneas, donde se incluye la vida sexual y situaciones swinger. Es decir, aquí se ensamblaron dos mancuernas creativas que en diferentes escenarios y con otras historias han narrado la sensualidad y el erotismo, el encuentro carnal, así como el golpe brutal de la realidad.

El roce

Un thriller pasional con escenas de sexo guarda rigor estético y “lo primero que se habló fue no caer en la vulgaridad de los cuerpos ni de las escenas de sexo”, señala Juan Pablo.“Realmente no recibí ningún tipo de negación ante algo. Es un proyecto muy padre, todos caímos al mismo balde, todos entendimos lo que teníamos que hacer, muchas veces sin hablarlo, entendimos perfectamente”.

A pesar de que son escenas sexuales súper fuertes, añade Jerónimo, donde “hay mucho roce, mucha caricia, besos, arañazos, pero sin ser vulgar, es porque se está apelando a las emociones más silvestres del ser humano, que son las que generan todos los conflictos narrativos. Es decir, no llevar lo narrativo solo al lado carnal”.

Los encuentros, los roces, los cuerpos están. ¿Entonces, cómo narrar visualmente sin caer en lo vulgar?.

“Creo que todos queremos tocar varios tipos de iluminación y de proyectos para poder crecer como fotógrafos” y en Oscuro deseo “nos fuimos un poquito con los negros, contrastamos las imágenes”, detalla Juan Pablo. Pero las empresa de streaming “tienen unos niveles y si ven que te estás pasando de eso niveles te empiezan a llamar la atención. Aquí no, porque iba junto con la historia, fue como un sumar algo más que restarle”.

Normalmente las compañías de streaming le tienen mucho miedo a los negros o a las zonas oscuras, subraya Jerónimo y “aquí mientras tenemos zonas oscuras y de color, mientras nosotros aportemos una variedad que esté justificada más allá de la luz, es mucho más sencillo que respeten las propuestas de iluminación y lumínicas, porque hay un concepto narrativo con la cámara, con el color, con las  pieles. Eso es lo que enriquece la propuesta de Oscuro deseo”.

La piel

En la serie el espectador ve piel, mucha piel y cómo ésta va adquiriendo un significado distinto en cada atmósfera, coinciden. Que las pieles se sintieran limpias, atractivas, a pesar de trabajar con tonos diferentes, pero respetando en todo momento la naturalidad de la piel y metiendo luces de back, fue la propuesta principal de Juan Pablo Ojeda AMC al momento de diseñar la narrativa visual.

“La serie se prestaba muchísimo para eso. Con el tiempo, como fotógrafo vas adquiriendo una firma, vas tomando un gusto particular. Yo tengo un gusto por el skin tone, entonces fue trabajar un poquito más las pieles, respetando muy bien el skin tone. Es lo que más tomé de fotografía de otros proyectos”, expone.

Otro elemento es el back, como fuente principal de luz, que luego se va retocando, con “rellenitos”, agrega Juan Pablo, “porque lo principal no viene de la luz frontal, sino más del back; la luz principal viene a cámara, no genera sombras atrás”.

Tanto en Ingobernable (2017) como en Dos lunas (Argos, 2019) y Oscuro Deseo (Argos-Netflix, 2020) se prestó mucho este diseño porque ayuda a agilizar el rodaje, a no generar tantas sombras, abunda.

“Estos son los toques de otros proyectos que metí a Oscuro deseo; siempre creciendo, siempre tratando hacer lo mejor de ese conocimiento”, enfatiza Juan Pablo.

“Para los fotógrafos respetar el tono de la piel, es hasta académico. Y una de las claves de Oscuro deseo es que los tonos de piel están respetados, las atmósferas son las que están coloreando. Entonces, como espectador no te salta que el personaje tenga la piel color zanahoria o súper azul o súper verde”, detalla Jerónimo Rodríguez-García AMC (Dos Lagos (20th Century Fox-TV Azteca Internacional, 2017).

Como director de la segunda unidad, anota, aprovechó toda la exploración visual, cromática, esas primeras decisiones de color y de texturas que ya Juan Pablo y Pitipol habían diseñado, por tanto el acercamiento fue distinto.“Kenya y yo llegamos y esa tarea ya estaba hecha. Entonces el acercamiento  fue cómo podemos aportar. Eso unificó”.

Jerónimo puntualiza que la serie “tiene mucha tendencia al color, pero no a esos colores fuertes, ese colorido mexicano con los naranjas, los rojos y los verdes, no como piñata; son colores sólidos pero trabajados de una manera suavizada. Hay cianes, oscuros en los azules, en los verdes; hay algunos naranjas o rojos para poder contrastar. Entonces el skin tone está muy respestado y las atmósferas tienen la tendencia de color. Eso es lo que provoca la parte de color o de la chamba como cinefotógrafos, en eso incidimos al proyecto. Es la narrativa que nosotros aportamos”.

Y destaca que como thriller, con la escuela de Alfred Hitchcock, la propuesta fue ir dibujando las pistas con Darío (Alejandro Speitzer), que es el personaje físicamente más estético y a la vez con un pasado oscuro, del cual se va descubriendo esa oscuridad. Para la unidad dos, Juan Pablo y Pitipol, “nos plantearon hacer un personaje muy puro, muy varonil con muchos contrastes”.

En tanto, las escenas de sexo, a pesar de que son muy pasionales, muy carnales, en el discurso narrativo la propuesta fue transformarlo, darle movimiento, con mucho roce, pero sin ser vulgar, expone.

Las reglas del juego

Fuera de los tiempos y el equipo, no hubo restricciones para la Dirección de Fotografía, ironiza Juan Pablo. Y aunque Netflix tiene sus reglas propias, también apuesta, secunda Jerónimo.

Oscuro deseo es, a decir de los directores de fotografía, un proyecto donde hay una exploración no solo visual: compendia tanto apuestas e inquietudes artísticas, como propuestas. De ahí que se hicieron pruebas para alcanzar un producto comprometido con la calidad, en todos los aspectos narrativos, pero también pensado para llegar al mayor número de espectadores posible. Entonces las restricciones se diluyeron ante la enorme capacidad de adaptación a otra de las reglas del juego: el equipo, los juguetes o pinceles como los denominan Juan Pablo y Jerónimo.

– ¿Técnicamente cómo lograron la narrativa visual que propusieron? 

Juan Pablo Ojeda AMC señala que la empresa productora contaba con cámaras específicas para el proyecto. “Y una de nuestras principales herramientas, con las que te sientes cómodo, es la cámara. Pero nos dijeron, casi, casi: hay un paquete y van a trabajar con esta cámara y este lente”.

Es la cámara RED Gemini 5k FF y la óptima Sigma Cine y zooms Angenieux.“La RED es una buena cámara” pero Juan Pablo había tenido un problema con ésta en otro proyecto y confiesa que tuvo que hacer bastantes pruebas para volver a confiar en ella. “Sí, fue una cámara impuesta, con la óptica impuesta, pero donde nosotros jugamos mucho fue en el tipo de luces que usamos, eso sí nos permitieron”.

Esas fueron las reglas: la cámara y los lentes ya estaban dados lo que siguió fue decidir: “le entras sí o no. Si dices que sí, venga”, resalta Jerónimo Rodríguez-García AMC (El secreto de Selena, Disney Latin America-BTF Media, 2018). Es decir, se trataba de aprovechar las características, “muchas o pocas que pueda tener un equipo y si no estás dispuesto, si dices que sí y realmente no puedes, no va a venir un genio de repente y te va a hacer sentir mejor”, afirma Jerónimo, porque “como fotógrafo o como futuro fotógrafo tienes que jugar el juego con las reglas que existen, si no estás satisfecho, si no quieres, te la vas a pasar fatal”.

Comenta además que él ya había trabajado con la RED Gemini 5K FF en Yankee (Netflix, 2019), donde colaboró algunas semanas: “usé esos mismos lentes Sigma Cine, que no serían la primera opción a elegir, porque yo tengo otros pinceles, pero las reglas de juego eran éstas, entonces como consejo: ‘no es la flecha, es el indio’, dice el maestro Reynoso”. 

Ciertamente llevar las herramientas con las que te sientes cómodo brinda seguridad, pero “quieras o no, llevas algo de tu equipo y no estás llegando completamente sin fusil a la guerra”, asienta Juan Pablo, que finalmente entró en un proceso de reconciliación con la RED y logró los resultados para el skin tone que esperaba. Es más, “si ahorita me dicen vas a trabajar con esta cámara, no me generaría ningún problema. La cámara sirvió, hizo su trabajo”.

También llevaron mucha luz muy fácil de montar, ante el tiempo tan corto para la filmación, ya que en 10 semanas levantaron 18 capítulos de la serie, en locaciones de la Ciudad de México, Morelos y Nueva York.

La base de iluminación fue con luces inalámbricas de LED, la cuales permiten optimizar tiempos, evitan “estar tirando tanta línea y escondiendo tanto cable”. Estas luces se combinaron “con un back un poquito más fuerte y también con fuentes de luz natural”, señala Juan Pablo.

Otra cosa que sumó al proyecto, fue la ARRI MAXIMA “que es una cabeza estabilizada, con un grandísimo operador, don Lucio”, agrega Jerónimo. “Esta herramienta propicia un movimiento estabilizado, es como un Steadycam, y Pitipol usa la MAXIMA para su narrativa”.Entonces, si Juan Pablo tenía sets de 160 grados para filmar un movimiento que requería la MAXIMA, Jerónimo usaba un Dolly, comentan. Por eso, en Oscuro deseo hay secuencias con MAXIMA y otras muy clásicas con Dolly. Lo cual suma al lenguaje narrativo y hace que no se vea una serie uniforme, donde solo se explota una herramienta.

Confianza plena

Sacar provecho de las herramientas y hacer una serie visualmente rica, más allá de un proceso de adaptación, significó para los directores de fotografía, compromiso con el proyecto, entendimiento de las reglas de juego, así como una escrupulosa planeación, además del reconocimiento y respeto por el trabajo del otro. Poner en práctica la experiencia acumulada y la humildad, reveló una lectura más allá del proyecto: pensarlo a partir de la entidad narrativa y no de lo que a cada unidad le correspondía trabajar.Porque hacer que empaten luces, colores, atmósferas no radica solo en la expertise de lo técnico, sino en mover las fibras de la sensibilidad artística y por tanto humana, que hay en el trabajo de los cinefotógrafos. Así, cuando dos trayectorias tan sólidas y con reconocimiento internacional se juntan, el resultado salta a la vista en la pantalla, pero ¿cómo armonizar?

Al respecto Juan Pablo Ojeda AMC, Director de Fotografía de la primera unidad subraya: “fue algo muy bonito porque fuimos trabajando para el proyecto. A pesar de que se hicieron pruebas, terminamos trabajando para contar una historia que para mí siempre ha sido lo más importante: contar una historia, más que presumir mi trabajo”.

En ello hay una fuerte dosis de humildad, no solo profesional sino personal, dejando a un lado el gusanito de mostrar que tu trabajo es mejor al del otro, dice. “Va a sonar raro, pero todo eso se lo agradezco infinitamente a Jero, un verdadero caballero y un profesional de aplaudirle. Se lo agradezco porque no hay una regla, no hay una fórmula para hacer, tienes que confiar plenamente, cien por ciento en el fotógrafo que va a llegar a la otra unidad. Tú haces tu trabajo, lo compartes, y lo más importante es que tu compañero de la segunda unidad también confié”, resalta Juan Pablo. Y aunque no hay fórmulas, los hilos de la empatía que estuvieron conectados todo el tiempo y se manifestaron desde el inicio.

Narra Juan Pablo que un día hablaron, vieron referencias, Jerónimo encontró otras y las compartió. Las platicaron. Luego hicieron pruebas de cámara juntos, cada uno es su set y ambos miraron el trabajo del otro. Checaron monitores “y ahora sí, la bendición y a confiar”. 

El ensamble se dio casi en automático: “la primera semana que todos vimos el material me quedé sorprendido, literal hasta el jefe de postproducción me habló y me dijo: ‘oye está impresionantemente machado tu material y el de Jero, los quiero felicitar. Entonces todo empezó a fluir“.A diferencia de otros proyectos donde hay problemas, aquí no se presentaron. Incluso, añade Juan Pablo, los directores también hicieron un trabajo tremendo de unidad, de muchísima comunicación entre ellos, se platicaban todo, se preguntaban todo.“La parte que aportamos Jero y yo, es importante, pero en conjunto con todos los departamentos que también trabajaron muy de la mano, tampoco hubo riñas ni deslealtad o protagonismo”, apunta.

La meta era lograr que la serie estuviera lo mejor posible comenta Jerónimo, quien también resalta cómo prevaleció la comunicación y la colaboración: “recuerdo varios momentos de Kenya y Pitipol, pensando en el proyecto, pensando en las secuencias. Pensar en el proyecto es muy valioso, igual mucha gente no lo valora, pero llegar a eso es lo importante”.Así como hubo un trabajo previo, donde las reglas del juego marcaron el camino a seguir, lo otro fue andarlo de la mejor manera posible. 

“Hubo frío, hubo lluvias o no llovió cuando debía llover. Hubo imponderables como siempre los va a haber, es parte del juego”, dice Jerónimo Rodríguez-García AMC. “Siempre puede haber cosas muy malas o muy buenas, pero lo primordial es sacar provecho a las herramientas”.Para ello fue necesario planear a detalle, compaginar tiempos y recursos para que las cosas sucedieran. Si acaso no contaron con las herramientas que hubieran querido y sacrificaron algún deseo, los resultados dan muestra un alto nivel profesional.

El presupuesto fue “puedo decir, limitado, pero tu ves el resultado y no creerías que se hizo con los recursos con que lo hicimos. La calidad que se logró es muy por arriba del presupuesto existente. Eso habla muy bien del equipo, se trata de negociar y a fin de cuentas navegar en el mismo barco”, anota Jerónimo.

Aciertos creativos

Sincronizar los criterios, convivir en la humildad profesional, incursionar en nuevas exploraciones visuales y robustecer cada cual su estilo, así como la concurrencia de dos mancuernas creativas, podría resumir el trabajo de Oscuro deseoPero todo proyecto entraña hallazgos y soluciones, entre otras, la planeación escrupulosa, anticipar iluminación y seleccionar las herramientas para agilizar los tiempos. Una más, trabajar a detalle en la preproducción, para asegurar el material se traduzca lo más fielmente posible a la propuesta visual diseñada.

Juan Pablo explica que a partir de una nueva política de Netflix donde los fotógrafos ya no pueden meter mano en la postproducción, no hay manera de checar color.De tal suerte que “se hizo el trabajo de preproducción con los LUTs y mucha plática con la colorista antes de empezar el proyecto”.Entonces, vale más anticipar en la preproducción lo que antes se podía corregir en la postproducción.“Modifiqué mucho mi forma de trabajar en ese sentido, para proteger el material y funcionó. Si le cambiaron un poco, pero el alma de lo que buscamos ahí está”.Es un aprendizaje y un consejo, dice Juan Pablo, porque en otro proyecto donde no se le permitió corregir color, a la hora de revisar el producto final, la sorpresa fue algo tan ajeno que ni siquiera pudo reconocer el trabajo como suyo. 

Por su parte, Jerónimo anota la utilización de LUTs para unificar el estilo visual de ambas unidades, como otro acierto.“Muchas veces un LUT no funcionaba de la mejor manera, pero fue lo que utilizamos para tener el mismo lenguaje. O sea, encaminamos el material lo más posible para la siguiente estafeta que es la postproducción”.Si quieres unificar dos unidades, Jerónimo Rodríguez-Garvía AMC recomienda planear bien los LUTs y las metas en cuanto a color, contraste y textura, sea de un fotógrafo titular o entre dos fotógrafos, “pero que los dos sean consistentes en utilización de los mismos, para unificar el lenguaje y el criterio”.Otra recomendación es pre-iluminar, que como acierto creativo en este proyecto funcionó para optimizar los tiempos, expone Jerónimo, porque se trataba de contar una misma historia.Narra que es aquí donde el trabajo en equipo operó en favor del producción y por tanto de la historia. “Había ciertos foros donde yo no iba a trabajar, pero estaba ahí para pre-iluminar con una luz base para que Juan Pablo no llegara de cero. O a lo mejor poner un tripié en el lugar donde él lo pudiera ocupar. Independientemente quién lo hiciera, quién lo filmara, la dinámica fue que podía contar con él y él sabía que podía contar conmigo”.

La satisfacción

La charla con Juan Pablo Ojeda AMC y Jerónimo Rodríguez-García AMC, la sostuvimos días antes del estreno de la serie en Netflix. Hoy Oscuro deseo es tendencia y ocupa el primer lugar de lo más visto en las plataformas de streaming. 

Como todo proyecto Oscuro deseo es perfectible. Hay detalles que los directores de fotografía les gustaría afinar. Pero luego de 10 semanas de rodaje y muy a pesar del presupuesto, los resultados alcanzados les genera satisfacción y así la expresan:Juan Pablo Ojeda AMC: “Estoy muy satisfecho, porque cuando empezamos había una gran limitante del presupuesto. Somos fotógrafos y te imaginas los juguetes más caros para poder jugar lo más bonito en el set y aquí tuvimos una junta donde nos llamaron y nos dijeron: ‘señores hay este presupuesto, tienen tanto dinero por unidad, estos días para ciertos equipo y nos dejaron muy claro que no nos podíamos pasar. Entonces vino el estira y afloje, pero hicimos la lista de equipo juntos. De ahí también empezó este compañerismo, de pensar en el otro.“Nos compartimos las listas de equipos, fue todo un trabajo de saber que queríamos hacer algo enorme y que teníamos que usar muchísimo nuestro ingenio, nuestro background. Logramos algo padrísimo, le metimos tanto corazón, tanta energía que, claro, me siento orgulloso.

“Me llevo como aprendizaje un sentimiento más humano que profesional, cosas que intenté profesionalmente y se consiguieron, pero me llevo más el sentimiento de haber conocido a Jero y a Kenya, de haber logrado esta conjunción de las dos unidades y el mismo sentimiento: hicimos una familia”.

Jerónimo Rodríguez-García AMC: “Me llevo mucho aprendizaje, porque aun teniendo victorias y carreras distintas, coincidimos en este proyecto y entonces se trata de sacar lo mejor de ambas partes, pero hablando un mismo lenguaje y contar una misma historia en todos los sentidos. “Es un proyecto maravilloso. Me hace sentir muy satisfecho. Lo veo y me da mucho orgullo porque logramos las apuestas que hicimos. Obviamente habrá gente a la que no le guste, pero también habrá a la que sí le guste y pueda desentrañar todo esto que hay detrás. Se los estamos entregando con mucha pasión, con mucho cariño y sobre todo con una sensación de libertad, de poder hacer las cosas de una forma distinta a como lo habíamos hecho en nuestras carreras”.

Aprendizajes, exploración, descubrimientos, así es el cruce entre sentimientos y experiencia, entre retos y logros para los dos cinefotógrafos. Oscuro deseo es una apuesta arriesgada y como tal, totalmente seductora.