“Me gusta mucho la idea de pensar desde dónde te sujetas para crear o retratar un sentimiento humano, la voluntad de ser. Las películas son un buen medio, son increíbles y fantásticas.” – Iván Hernández AMC.
A lo largo de nuestra historia han sucedido hechos que marcan un antes y después dentro de la sociedad, ya sea para bien o para mal. Muchas veces estos sucesos quedan suspendidos y son olvidados simplemente porque no hay manera de registrarlos o porque existe una condicionante que impide su registro. Afortunadamente hoy en día tenemos la opción de registrar hechos y plasmar sentimientos a través del cine.
Los sesenta fueron marcados por revoluciones y movimientos sociales en diversas partes del mundo como La primavera de Praga o los movimientos en Estados Unidos en contra de la guerra de Vietnam. En el caso de México fue el movimiento estudiantil de 1968. Durante esa época existía una gran represión con respecto a la divulgación de información. El Estado desprestigiaba el movimiento y se concentraba en glorificar las Olimpiadas que se llevarían a cabo en el país. El registro de lo sucedido en aquellos meses previos a la llegada de los Juegos Olímpicos, se recarga principalmente en textos y relatos orales.
Pocas veces en la historia del cine nacional se ha retratado de manera específica el movimiento estudiantil. Contamos con escasas producciones como el primer documental del CUEC, “El Grito” (1968) dirigido por Leobardo López Aretche y “Rojo amanecer” (1989) de Jorge Fons. Cintas de ficción y documental que nos recuerdan los hechos acontecidos entre julio y octubre de 1968 en la Ciudad de México. Para honrar la memoria del movimiento de alguna manera, el director José Manuel Cravioto y el director de fotografía Iván Hernández AMCz trabajaron juntos en ‘Olimpia’, película que retoma el movimiento y combina la esencia del documental con la versatilidad de la ficción.
«Olimpia»
Hernández la define como una historia coral entre varios personajes: Raquel, Rodolfo y Hernán, cuyas vidas están entrelazadas y afectadas de alguna forma por el movimiento estudiantil del 68 y busca darle un rostro a todas aquellas personas que lucharon por la justicia y cuyos nombres nunca vieron la luz. Es contada como una ficción, animación, documental a partir de imágenes extraídas de “El grito” y de escenas creadas con actores a partir de un guión realizado por José Manuel Cravioto. Posteriormente se ensamblaron ambas historias con animación a partir de la técnica de rotoscopia.
La película nace de la necesidad del director por contar lo que había pasado con la gente cercana a los hechos y a su vez qué sucedía con las familias de los involucrados en el movimiento. Se hizo una investigación de textos, imágenes, relatos y se escribió el guion. Los relatos son de gran importancia dado que las fuentes provienen de personas cercanas a José Manuel. Por ejemplo, el poema que escribió Elsa Cross, tía del director, recitado en un punto clave de la película por una de las protagonistas. Cravioto tenía acceso desde joven a información relacionada con el movimiento, desde libros, hasta fotos que marcaron su infancia. Cuando entró a estudiar en el CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos), se encontró cara a cara con algunos de los realizadores de “El grito” como Alfredo Joskowicz y Juan Mora, entre otros. “Pude escuchar muchas historias de mis maestros. En la UNAM siempre se respiró este olor y al ser puma, de alguna manera me sentí siempre muy arraigado al tópico” (1).
Este arraigo lo llevó a reflexionar sobre la necesidad de retomar el tema ya que el director considera que “no se le hizo nunca justicia a lo largo de los años al movimiento estudiantil. Dada la tragedia, todo se centró en la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco”. Fue un triunfo del gobierno de esa época que este hecho haya opacado los verdaderos ideales del movimiento y a lo que había logrado unir a una sociedad de una manera tremendamente exitosa”. (1).
Acercamiento al proyecto
En 2017, Iván Hernández AMC se encontraba en Colombia realizando otro proyecto. No sin antes terminar su compromiso, el cinefotógrafo comenzó a coordinarse con Bárbara Enríquez (diseñadora de producción) y con Cravioto para arrancar con el rodaje de la película en cuanto regresara al país. Iván hizo una investigación profunda del tema, buscó inspiración en fotos de los movimientos sociales de la época, en carteles del socialismo, las bengalas y del mismo modo, encontró en la obra de George Below una interpretación sobre los trazos pictóricos.
“Hicimos una recopilación de fotos y archivos, muchos de ellos inéditos, que no están presentes en la película pero que nos servían como guía energética que ayudó para empaparnos sensorialmente. Lo descubierto en esta investigación fue lo que nos llevó a entender el porqué de toda la euforia por parte de los jóvenes, esa energía que los orientaba a salir y manifestarse”- nos dice Iván.
Por su parte Cravioto menciona: “Justo lo que la película plantea es, ¿qué pasó en ese momento, qué ha pasado desde ese momento y qué va a pasar?. El movimiento no murió y tan es así, que estamos alistando esta película hecha por la UNAM. Es un filme que nos dice que el movimiento está vivo. Celebra la energía de los jóvenes e invita a las nuevas generaciones a que participen en su sociedad”.
‘Olimpia’ es una película que nos encamina a pensar en todas aquellas personas que de alguna u otra manera estuvieron involucradas en el movimiento; aquellos que lucharon, los que perdieron la vida, los que la arriesgaron al registrar el acontecimiento, aquellos nombres olvidados, porque nunca hubo un registro o tal vez por culpa de la inagotable censura. Hernández dice: “Si pudiéramos ponerle un subtítulo a ‘Olimpia’ seguramente sería ‘Homenaje’. Homenaje a todos aquellos que se aventuraron a documentar de alguna u otra forma el movimiento, empezando por Leobardo quien dirigió ‘El grito’, pasando por todos los fotógrafos cuequeros que trabajaron en ese documental, así como los periodistas inéditos”. Cabe mencionar que ‘Olimpia’ es una película hecha enteramente por la comunidad UNAM. Entre los colegas cuequeros (Hernández y Cravioto), las instalaciones de la UNAM utilizadas como set, la ayuda de la Filmoteca de la UNAM al proporcionar material audiovisual, el foro del CUEC y los más de 100 estudiantes de la FAD, Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
La técnica
“Es bueno trabajar con directores como José que te invitan a explorar tanto narrativa como técnicamente, que te provocan al cien. Me parece que la película toca algo muy sensible, pero técnicamente también es una exploración.”
Como ya se mencionó, algunos acontecimientos históricos a veces son difíciles de recrear debido a la falta de material visual. A veces también la realidad que se va a mostrar suele ser fuerte y/o dolorosa. Es por esto que en algunas producciones se decide utilizar en el lenguaje audiovisual, técnicas y tratamientos diferentes como la animación para suavizar lo que se está mostrando y/o para poder tener una forma de recrear una época determinada. En ‘Olimpia’ la técnica de animación permitía a los creadores modificar el espacio a partir de ilustrar, lo que era de suma importancia pues no se contaba con los recursos financieros para recrear espacios que ya no existen.
Tanto el director como el cinefotógrafo tenían claro desde el principio que la rotoscopia era la técnica que querían utilizar para mostrar, a través de un estilo estético y artístico, un acontecimiento histórico que ha sido retratado de otras formas en pantalla grande. La técnica consiste en la manipulación o el reemplazamiento de los fotogramas capturados desde una acción real, por el redibujado manual o digital pero que, dependiendo de la estética buscada, puede dar la apariencia de animación. De esa manera se genera una imagen realista que puede utilizarse para componer nuevas imágenes.
Ejemplo de Rotoscopía
Contando con sólo 12 días de rodaje, Iván decidió que bastaba con las imágenes que la cámara Canon EOS 5D Mark III y los lentes Canon EF serie L, proporcionaban para dar la referencia que necesitaban los estudiantes de la FAD, quienes en apenas 8 meses, lograron rotoscopiar todo el material. La película se hizo a dos cámaras con ayuda de Ricardo Tuma AMC operando cámara B. También participó Ricardo Garfias AMC, en una segunda unidad con una cámara Sony Alpha s7 y lentes Rokinon.
“Sabía que el proceso después de grabar iba a ser muy diferente en comparación con otros proyectos que he hecho. La intención y la sensación que se quería crear en el desarrollo de la historia a través de los personajes, tenía que estar mucho más definida y marcada a través de la luz y del color, como en las pinturas al óleo o en el diseño gráfico. Esto debido a que el material se iba a intervenir en la segunda etapa y había que darle una guía puntual a los animadores.Teníamos que tener claro y definido desde qué tipo de trazos, la cantidad de nivel de contraste necesario a la hora de fotografiar y cuanto color o no se tenía que poner.” Comenta el director de fotografía.
Al grabar las secuencias, estas se tenían que dividir por capas para llevar a cabo la técnica de rotoscopiado. Es decir, si en el cuadro se tenían que ver unos alumnos en un salón de clases, se grababan por separado el lugar, los actores que llevaban la escena y después a los ex tras. En las escenas complicadas o de mucha acción se hacía una cuarta capa para grabar, por ejemplo a los soldados o a la gente que va en marchas. “Sabíamos que todos lo planos tenían que crearse para servir en el montaje a la técnica de ilustración más que para el cine en sí. Entonces, primero se hacía la escena completa compuesta como una guía para la edición y después se realizaban por capas las cuales, en una tercera etapa, se componían ya animadas. En el rodaje me aboqué técnicamente a solventar esta situación y a hacer que cada capa que se entregaba a los ilustradores funcionara”.
Dado que la historia está ambientada en los sesenta, algunas de las cosas que se ven en pantalla ya no existen o han cambiado mucho en estos años. Hay cosas que se hicieron en Photoshop como Matte painting antes de que se les entregara a los animadores. Desde la preproducción y todos los días de llamado, la persona encargada de estar pendiente de todos estos detalles era Bárbara Enríquez.
Iván detalla: “Cuando se hizo el proceso de postproducción, para agilizar el flujo de trabajo, que fuera eficiente y que no resultara una demanda abrumadora para los animadores, José y la profesora de la FAD Esmeralda Ríos, encargada de supervisar todo el proceso, llegaron a la decisión de forzar los videos hasta la cantidad mínima de cuadros necesarios para mantener la sensación de movimiento natural. Es decir, 8 de los 24 cuadros y eso es lo que se intervenía en la rotoscopia”. Con esto también se buscaba que estéticamente se sintiera como una animación de caricatura antigua. Como detalle técnico, los estudiantes de la FAD fueron divididos en 5 equipos, con un mentor a su cargo y se encargaron de rotoscopiar los 36000 cuadros. Es decir, a cada estudiante le tocaba intervenir aproximadamente 900 cuadros.
Recreación de una época
Componer con solo partes de la realidad fue uno de los trabajos de Iván. Tuvo que reimaginar cada plano como si el producto final estuviera frente a él: “Tienes las condiciones actuales en una calle, pleno 2017 donde pasa el trolebús, automóviles nuevos o farolas modernas de LED; tienes que componer así, a partir de elementos de la realidad, pero vas dando pasos adelante en tu composición.” De la misma manera, la iluminación debía plantearse de antemano para adaptarse a la época y a las condiciones que Iván necesitaba para la escena: “En esa época existían unas farolas de sodio que ahora no tenemos, pero se debía componer e iluminar pensando en eso”.
Dentro de la película hay una escena en la que salen de un cine que ya no existe. “A partir de varias imágenes que se consiguieron de la época, se creaba un plano integrando a los personajes dentro de la imagen antigua. Es decir, sobre el monitor del director montábamos la imagen, la poníamos en disolvencia con la imagen en vivo, después hacíamos una réplica de la distancia focal en la óptica de cámara y ajustábamos la distancia correcta entre los actores y esta para generar la sensación espacial correcta en el lugar donde ellos actuaban sobre un fondo negro (ya sea en una calle o dentro del foro del CUEC), y después con la misma técnica se componía en un solo plano, tanto el Matte painting del cine como la acción de los personajes”.
“La secuencia del preámbulo de la noche del 2 de octubre se hizo de día con luz natural. Después se sumaron planos dentro de la explanada de la Plaza de las tres culturas iluminados por nosotros para crear el efecto de las bengalas que lanzaron en aquel tiempo desde los helicópteros. Los planos que se realizaron de día, posteriormente se modificaron en una primera etapa de corrección de color, se hizo una noche por día. Esto para terminar ilustrados ya con la sensación tanto de color como de contraste y dureza en los trazos”.
La relación de contraste fue uno de los aspectos más importantes a considerar por parte del fotógrafo y se inspiró en carteles de la propaganda rusa. Es por esto que en cada secuencia de la película se aprecia un contraste de 1.32, una máxima a lo largo de la película. “En realidad el principio estético o de estilo fue a partir de la época y a partir de las sensaciones que queríamos evocar basados en el desarrollo de los personajes. Existe una sucesión de eventos que empujan al nudo del final”.
Cada historia se trabajó de manera particular ya que cada una de las líneas argumentales transmite sensaciones diferentes: “Cada una debía tener un color específico. Así creamos arcos dramáticos como la historia de Raquel (Nicolasa Ortíz Monasterio). Ella toma la voz y su personaje comienza imitando el fuego, en rojo, enérgica, viva. Rumbo al final de su arco dramático, termina apagada, azul, fría y congelada. Pero su llama sigue ardiendo a través del discurso inédito para regresar de nuevo encendida”. Cada personaje tiene su color, su atmósfera y densidad y a lo largo de la película se va transformando o descomponiendo. “Todo el primer momento de la historia de Hernán (Daniel Mandoki), se nota más empastado y solo su cuarto se define bien; después se vuelven trazos más gruesos y con colores más fuertes. Al final son experimentos, es generar una sensación”.
La corrección de color, realizada en Cinema Máquina, se hizo en dos etapas. En la primer etapa se trabajó sobre el montaje con los planos “reales” capturados con la cámara de Iván. Después, ya con el montaje del material rotoscopiado en archivos de secuencia de cuadros en 16 bits de color, se metió el video en Davinci Resolve.
El arte nos ayuda mostrar la realidad de una sociedad. El cine ha hecho posible para los artistas hablar de aquellos temas más crudos, aunque muchas veces la censura nos impida ver el producto completo. Dentro de la historia de cada país y sus movimientos particulares, existen obras que hoy en día sirven como referente para entender lo que estaba sucediendo en algún momento determinado. México es un país violento, no sólo en el 68. En el transcurso de los años póstumos a este acontecimiento ha habido otros atentados contra la población civil del país. Es bueno contar con medios para poder hacerles justicia a todos aquellos que luchan, que no se callan y alzan la voz.
Con los decorados, vestuarios, música, estética y muchas cosas más, ‘Olimpia’ nos transporta a otra época. Los realizadores sacaron el máximo prodifícil conseguir. Siguiendo esta línea, ‘Olimpia’ nos demuestra que el cine mexicano aún está lleno de historias por contar y explorar y que el séptimo arte es un gran medio para dar a conocer un poco de la historia y cultura de nuestro país. Esto sin dejar de tener en mente que el cine producido en el país, es en sí parte de nuestra propia historia, es parte de nuestra memoria y de nuestro legado.
El 30 de Septiembre del 2018, en la Muestra Internacional de Cine Rescatado y Restaurado ‘Arcadia’ y con motivo de la conmemoración del 50º aniversario de la masacre de Tlatelolco, se llevó a cabo una proyección doble en donde se presentó ‘El grito’ y, por primera vez, ‘Olimpia’.