“No se puede competir contra la vida, tan solo recrearla”. Las palabras de la gran cineasta francesa Agnès Varda permanecen ad hoc para todo tipo de obra artística. Así lo podemos constatar en “Huachicolero”, Ópera Prima del director Edgar Nito y fotografiada por Juan Pablo Ramírez AMC. Esta cinta coincide con el contexto mexicano actual en cuanto al robo y venta ilegal de hidrocarburos. Sin embargo, el trabajo de los cineastas va más allá de recrear un hecho en un espacio y tiempo fílmico. Es proyectar una realidad que compita con la manera de pensar en una sociedad.
Por Kenia Carreón y Milton Rodríguez
Fotos: Joshua Sobel / Fotogramas de la película
Acercarse al mundo de ‘Huachicolero’ fue un reto a la hora de su creación. Se buscaba lograr una sensación de autenticidad que reflejara la realidad de las personas dedicadas a esta actividad. Por motivos de presupuesto, las locaciones para este proyecto debían ser reflexionadas a profundidad para que funcionaran en su totalidad con el guión y al mismo tiempo se sintieran naturales: ‘Edgar me habló del proyecto desde hace mucho y yo estuve involucrado desde la primera idea, estuvimos juntos en los primeros scoutings. La íbamos a hacer sin nada. Teníamos una cámara Sony A7S, óptica Leica R y poco presupuesto.” Contando con varias colaboraciones en proyectos previos, la relación entre ambos cineastas egresados del CCC es muy cercana. “Cuando no había nada yo confiaba ciegamente en Edgar. No solo porque es mi amigo, sino por que es un director muy talentoso y profesional; tenía la certeza de que aunque la hiciéramos con la cámara que fuera iba a salir adelante”.
Filmada en el estado de Guanajuato entre 2017 y 2018 ‘Huachicolero’ narra la historia de Lalo, un niño de 13 años que se involucra en el mundo del robo de combustible para conseguir dinero y de esa manera conquistar a la chica que le gusta.
La propuesta fotográfica de Juan Pablo se centró en una estética similar al fotoperiodismo, de donde saca mucha inspiración. Las noches muy oscuras, el alto contraste y el movimiento de cámara, (cámara en mano), terminan por reforzar la idea de veracidad que se buscaba para contar esta historia. “Las decisiones fueron arriesgadas pero interesantes”. Al final se optó por utilizar una cámara RED EPIC M-X con óptica Cooke Speed Panchro, que a pesar de no tener tanta sensibilidad en las luces bajas, funcionó perfectamente para la estética de la película.
El reto más grande fue administrar el poco tiempo y dinero; había que ser efectivos y encontrar locaciones adecuadas basándose en la cercanía con la posible realidad de esas personas. “Las secuencias las trabajamos mucho, estaban en storyboard o en plantillas. Debido a que estudiamos mucho las locaciones pensamos muy bien el trazo de las escenas. Una semana de pura estructura, de hacer shooting list.” Con el objetivo de hacer de cada limitante un aliado, el cinefotógrafo logró resolver creativamente y a favor de la historia que su propuesta visual fuera proyectada.
Para el cineasta esta película tiene la sensación de estar viva ya que pareciera que se tomaron decisiones en el momento, sin embargo fue un proyecto muy pensado. “Edgar y yo nos sentamos a analizar cada plano y nos íbamos a corroborarlos en la locación. Hacíamos una prueba con la Sony y con el actor. Diseñamos todo in-situ.”
Para Juan Pablo es importante que toda persona de su equipo conozca el proyecto a profundidad para lograr darle personalidad que aporte a la estética de la película. “La función de un cinefotógrafo es irse al principio de las historias y conocerlas a fondo. Me gusta estar desde el principio del proceso, aunque no siempre sea posible.” Si tiene la oportunidad de escoger al crew que lo acompaña en sus proyectos, Juan Pablo opta por tener personas que sabe apostarán y darán todo a favor de la historia.
Al hablar de su crew, el director de fotografía dice con una sonrisa: “Los envié a la guerra”, refiriéndose al hecho de trabajar en esas condiciones de luz y de espacio. Se refirió sobre todo al primer asistente Diego Martínez Ibáñez, quien además debía hacer foco con un diafragma de f/2.2. “Le di mucha confianza, lo conozco desde bebé. Yo veía hasta donde me podía dar y me dió mucho más. Llegaba al foco con una intuición increíble y eso me permitía ir más lejos. En algunos momentos daba la sensación de que ambos cargábamos la cámara.”
Afortunadamente para “Huachicolero”, Ramírez tuvo la oportunidad de estar presente desde las primeras ideas previas al guión mismo y más adelante durante la selección de actores.
Se hizo casting en una casa de cultura en Irapuato, pero las opciones que llegaron no convencieron a Edgar Nito. “Terminando el casting el dueño del lugar le dijo a Edgar “-¿Por qué no le haces casting al hijo del albañil?” y aunque personalmente en un principio no me convencía del todo el chico porque no sabía si sería capaz de aguantar los diferentes cambios de carácter que tiene el personaje, Nito le tuvo fe y entró al proyecto”. Mas adelante Tania Olhovich entró para apoyar con un taller comunitario para los posibles personajes preseleccionados con el fin de generar confianza entre “Lalo” el personaje principal y los actores secundarios con quienes interactúa a lo largo de la película. Para Juan Pablo es importante generar confianza entre el actor y el cinefotógrafo ya que fortalece la relación de cámara con los personajes. “No sólo es llegar a resolver en el lugar, tengo un trabajo previo de ir a las juntas, castings etc. Me gusta ver como reaccionan y, como estoy en el proceso de visualización, hago mías muchas de las inquietudes que tiene el director y de esa manera podemos sopesar decisiones juntos.”
Una semana antes de comenzar el rodaje, Nito y Ramírez se llevaron a Lalo a la locación. “Hicimos ejercicios con él. Le ponía la cámara a pulgadas de la cara para ver cómo reaccionaba y si le intimidaba. Lo hicimos interactuar con la gente e intentamos sacarlo de la esfera del grupo de trabajo para ver que tan formado estaba, pero siempre con la cámara como presión para ver si se ‘quebraba’ al estar en contacto con la realidad. Cuando le pusimos la cámara enfrente y aguantó la primera toma larga a centímetros supimos que ya estaba listo”.
La familia de Edgar Nito es de Irapuato y la dupla ya ha grabado varios proyectos en el Estado de Guanajuato. Para filmar “Huachicolero”, Juan Pablo, Edgar y su mamá, iban de casa en casa preguntando por espacios con ciertas características. Ramírez recalca que la gente fue muy amable con ellos y que los invitaban a pasar a sus casas para observar si algo les servía o funcionaba para la película.
Una de las locaciones más interesantes que encontraron es la cocina del protagonista ya que los dueños todavía cocinan con carbón y esto hace que las paredes y los utensilios estén teñidas por el negro característico que deja el hollín de la leña. Para el director de arte la cocina en especial resultó ser todo un reto debido a que cualquier cosa que pusiera resaltaba mucho en cámara.
Para el cinefotógrafo los retos que se presentan en cada uno de los proyectos en los que participa son oportunidades para resolver con los recursos que se tienen y que aporten a la historia. Juan Pablo remarca como una ventaja el hecho de contar con poco presupuesto ya que esto influyó en la toma de decisiones a la hora de elegir a las personas que trabajarían en la película. “La única manera de hacer esta película era entre amigos. Reclutamos a la gente a la que le apasionaba la historia. El asistente de cámara es mi primo, elgaffer fue Francisco Morales con quien he trabajado desde mi tesis, pasando por el documental de Los Tigres del Norte, ‘Jefe de jefes’, comerciales, cortos ¡de todo!, es como mi ángel de la guarda, es generoso, perserverante y lo más importante es que le gusta la luz y no solo lo técnico. Él me ha ayudado mucho, al grado de ir a verificar mi camioneta (comenta entre risas Juan Pablo). Por otro lado, Nito llevó a amigos que ayudaron en la post, el productor llevó a amigos que ayudaron durante la producción, se hizo todo lo que se pudo con el bajo presupuesto, pero eso sí, rodeados siempre de gente magnífica”.
Ramírez considera que es muy fácil encapsularse en un pensamiento negativo con todas las presiones que se tienen en una película. El presupuesto suele ser una de las problemáticas más comunes, pero en el caso de “Huachicolero” el problema fue tener tantos llamados nocturnos. “El cinefotógrafo debe estar al principio de las historias para conocer la problemática y todas las posibilidades, estar consciente de cualquier arista; cuando se presente una contingencia debe haber más de una persona que pueda resolverla”.
Después de analizar a profundidad los espacios de trabajo y la narrativa de la historia, llegó a la idea de incorporar luces de trabajo a la camioneta en la que se transportaban los personajes: “La camioneta tenía luces a los lados, le cambiamos los faros, los stops. Se le agregaron faros de Tungsteno y lo mejor es que los actores podían manejarlas desde el interior. Las luces abarcaban 360º y la cámara los seguía. Como yo diseñé todo este arreglo visual, sabía cuándo tenía que dejar pasar a los actores para no generar sombras. Me gusta tirar con la luz detrás del personaje para darle tridimensionalidad”. La oscuridad juega un papel importante dentro de la historia, ya que al encontrarse en zonas abiertas y alejadas dentro del interior de la república, no hay mucha iluminación. “Las noches de esos personajes eran absolutamente siniestras ya que lejos del alcance de la luz no hay nada y esto ayudó en la narrativa, se siente el peligro constante. En otra situación se pudo haber construído un soft box gigante que iluminara todo el prado, pero buscábamos reflejar la violencia y acercar al personaje al espectador sumergiéndoles en una oscuridad que no aportaba nada más que incertidumbre”. Buscamos otra forma de iluminar a los personajes y que al mismo tiempo estuviera acorde con la historia.
Casi simultáneamente Juan Pablo filmó “Chicuarotes” película dirigida por Gael García Bernal que en contraste con “Huachicolero”, en esa película había más recursos lo que permitió iluminar con el mismo look pero recreando las locaciones con mucho más herramientas para “fabricar” lo que se requería.
A Juan Pablo Ramírez AMC le gusta trabajar con la luz disponible. Siempre que entra a una locación observa las fuentes de luz y las características del espacio (ventanas, paredes, color, etc.), lo que le ayuda a imaginar cómo aprovechar al máximo lo que está ahí. “Hace mucho que trato de no poner rebotes por lo que siempre intento que la luz funcione y como me encanta el contraste no los uso.”
En cuanto a la postproducción y corrección de color procura estar presente en todos los proyectos, aunque no siempre es posible. En entrevistas pasadas, como en el podcast de “Cinefotógrafo Latinoamericano”, ha dejado claro que es el proceso que menos disfruta cuando trabaja en una película. “Te tienta a ser infiel ante tu propuesta inicial. Trato de limitarme en la corrección (…) hay algunas secuencias en las que sé que haré en post porque las filmé de esa manera; prefiero tener desde cámara el look más parecido a lo que deseo sea el look final. Trato de darle algo a cada proyecto que sea como su huella dactilar». Para ‘Huachicolero’ es la cámara en mano, la cercanía con el personaje, los lentes. Es importante meterse a las entrañas de la historia y no solo verlo como un trabajo.
Durante la grabación de ‘Huachicolero’ hubo un incendio forestal que estuvo a punto de detener las grabaciones por su cercanía con el basecamp de la producción. “Estábamos haciendo tomas pero comenzó un incendio y se estaba acercando al lugar base que nos prestaron llamado ’El Polvorín’ que es un lugar dedicado a la fabricación de pirotecnia. Teníamos que parar para recoger todo y evacuar a todos los que estuvieran cerca. El cerro estaba envuelto en llamas. Corrimos para sacar todo y estando ahí Nito y yo nos miramos y nos dijimos: “¿y si filmamos el fuego?”. Lo hicimos y quedó en la película. Empecé a filmar siluetas, a los policías que estaban coordinando todo; ya en el montaje pusieron diálogos. Ese es un valor de producción increíble y aunque los productores nos querían matar por el peligro que representaba para nuestra salud y vida, le sacamos provecho al máximo”.
Es el hecho de tener un proyecto bien planeado, pensando en sacar todo el provecho de lo que se tiene a la mano, que se pudo obtener un trabajo de calidad. “Al ver la película parece que somos un super crew, pero en realidad éramos muy pocos- dice Juan Pablo-. ”Me llena de emoción esta película por lo que le dice al cine, porque se hizo con poco, con ganas y parece una película más cara de lo que es. Me da gusto que se pueda hacer contenido con poco”. Esto se ve reflejado en el buen recibimiento de la película por parte de la crítica y prensa extranjera después de haberse estrenado en el Festival de Cine de Tribeca en Nueva York y ganar el premio Best New Narrative Director.
Con respecto al ‘Huachicolero’ en el país, Ramírez y Nito sabían que era un problema, pero nunca imaginaron que justo cuando la película comenzará a distribuirse, iba a crecer tanto y ser tan notado. “Es un problema muy grande porque no sólo roban gasolina, también la redistribuyen. Al hacer la película nos dimos cuenta que la realidad es mucho más cruda y fuerte y nos quedamos cortos al retratarla. Lo notamos cuando vimos el video de la explosión en Hidalgo hace poco tiempo. Nosotros de hecho si filmamos a metros de donde había una toma clandestina, nos anticipamos casi dos años antes de que se hiciera público”.
‘Huachicolero’
Cámara: Red Epic M-X
Óptica: Cooke Speed Panchro
Cinefotógrafo: Juan Pablo Ramírez AMC