Por Kenia Carreón y Milton R. Barrera
Fotogramas de ‘Rabia’
Santiago Sánchez AMC y Jorge Michel Grau, se reúnen después de trece años para presentar la película ‘Rabia’, segunda entrega de la trilogía planeada por el director de ‘Somos lo que hay’. En ‘Rabia’, Alan y su padre Alberto, se mudan a un departamento en una apartada unidad habitacional, después de la muerte de la madre del niño. Mientras intentan rehacer su vida, Alan descubre mensajes ocultos por su recién fallecido tío que lo llevan a creer que su papá es un hombre lobo. Al mismo tiempo, padre e hijo luchan contra los vecinos de la unidad que cada vez se comportan de manera más violenta. Alan deberá tomar la decisión de destruir a la bestia para acabar con el peligro. La película tuvo muy buen recibimiento por la crítica durante su paso por festivales como el 38vo Festival Internacional de Cine de Guadalajara, el 18vo Fantastic Fest, así como en la 56va entrega de Sitges Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya. Santiago Sanchez AMC hace un recuento de su trabajo en este proyecto.
Una historia latente
La amistad entre Santiago Sánchez y Michel Grau se forjó desde que ambos se encontraron en el Centro de Capacitación Cinematográfica, donde compartieron experiencias desde los primeros ejercicios fílmicos de la carrera, hasta su debut en ‘Somos lo que hay’ (2010). “Congeniamos muy bien porque ambos entendemos la manera de trabajar del otro; es un entendimiento que se ha forjado a partir de todas las veces que hemos colaborado juntos. Ahora, en el mundo profesional, hemos coincidido en repetidas ocasiones y para mí es un gran placer y honor. Jorge y yo hicimos ‘Somos lo que hay’ hace trece años y regresar a ‘Rabia’ tras todo este tiempo de espera, significó una emoción muy grande para nosotros”
. A Jorge Michel Grau le interesa llevar leyendas de nuestra sociedad a un terreno más humano. ‘Somos lo que hay’ es una metáfora del vampiro llevado a un terreno más realista; ‘Rabia’ lo hace a su manera con la metáfora del hombre lobo, dándole un giro con respecto a la esquizofrenia. Alan sufre la pérdida de su madre y descubre la identidad de su padre, pero hay un plot twist; quien pensamos o creemos que está enfermo, no es quien realmente lo está”. “Desde la primera secuencia damos pistas al espectador y solo una vez que llegas al final, comprendes realmente lo que está pasando en la cabeza de Alan. La historia narra cómo su enfermedad está completamente emparentada con el tío y entendemos por qué este termina quitándose la vida”.

El nombre de Alan no es casualidad. Esto es una manera de homenaje al actor Alan Chávez, uno de los protagonistas de ‘Somos lo que hay’ quien lamentablemente falleció poco después de terminar la película. “Mich tenía la idea de esta película desde que realizamos ‘Somos lo que hay’, aunque en aquel momento el guion era muy distinto a lo que filmamos. Nunca imaginamos que pasarían tantos años desde nuestra ópera prima hasta ‘Rabia’, pero pasaron muchas cosas que no permitían que lográramos financiar el proyecto. Se postergó en repetidas ocasiones por falta de presupuesto y pasaron tantas cosas, que es un gran logro que por fin se haya concretado. Admiro la paciencia y perseverancia que tienen los directores para levantar sus proyectos. En el caso de Michel, le tomó casi trece años hacer su película”. “A pesar de tener tanto tiempo involucrados en el proyecto, tuvimos poco tiempo de planeación. Justo estábamos filmando una serie en Monterrey cuando comenzó la preproducción y fueron solo cuatro o cinco semanas, pero afortunadamente la locación principal ya estaba escogida. Noemí González, nuestra diseñadora de producción, pudo visitar el espacio antes que nosotros para dar el visto bueno”.
Conservar el lenguaje
A pesar del largo periodo de tiempo entre ‘Somos lo que hay’ y ‘Rabia’, director y fotógrafo se plantearon volver a utilizar elementos visuales y narrativos que conectaran ambas películas. “Al fotografiar ‘Somos lo que hay’, utilicé una cámara Panavision y lentes Prime; ahora, ya ni siquiera usamos film. Sin embargo, y debido a que había una constante en la temática planteada, intentamos mantener el estilo y traer de vuelta ciertos aspectos visuales de la película pasada. Ciertos elementos en el lenguaje visual se mantuvieron, como tener una cámara lejana que de alguna manera funciona como un testigo de lo que está sucediendo en la vida de los personajes. También buscamos mantener encuadres que nos ayudaran con la idea de que hay algo muy claustrofóbico en el lugar en el que habitan”.


“Pensamos mucho en el aspecto de la película; siempre me cuestiono cuál es el adecuado. En este caso, las locaciones principales eran una casa y la unidad habitacional a las afueras de una urbe de muchas casitas que se repiten. Confieso que cuando leí esta descripción, me preocupé pues es algo muy específico y sabía que iba a requerir de mucho esfuerzo para llegar a encontrar algo que se le pareciera. Afortunadamente, los encargados de locaciones encontraron una a las afueras de Pachuca, en una zona muy árida que contaba con muchas casas igualitas. Una vez que se tenía la locación, fue un poco más sencillo elegir el aspect ratio. Decidimos hacerlo en 2:35 porque era bastante favorecedor para los exteriores e interiores; al estar tan apaisado, funcionaba perfecto para dar la idea de la claustrofobia. Con los mismos elementos dentro del cuadro vas encerrando y enclaustrando a los personajes, los haces sentir en la jaula del lobo”. “Teníamos claro que esta historia se necesitaba contar desde el punto de vista de Alan, por lo que muchas de las decisiones sobre encuadres y movimientos de cámara, se pensaron bajo esta necesidad. Sobre la altura de cámara, decidimos hacerlo a la altura de él para acompañarlo mientras descubre este nuevo universo. El cuarto de su tío, es un espacio en el cual hay cierto misticismo pues se sabe que su tío, el hermano de su padre, murió recientemente. Pero no es lo único que Alan va descubriendo. Al mismo tiempo, se va percatando de la aparente transformación de su papá en una figura extraña y finalmente, acaba convencido de que es un hombre lobo”.
“Necesitábamos que la cámara estuviera bastante cercana al niño y encontrar la manera de enrarecer su punto de vista. Con esto, me refiero a que intentamos acompañar el arco psicológico de Alan y cómo su mente se va deteriorando. Comenzamos con algunos planos en los que el horizonte estaba inclinado y en algunas ocasiones, pusimos la cámara en lugares poco convencionales pero sin exagerar. Lo importante era mostrar la mirada del niño de forma sutil”. La locación encontrada, interminables hileras de casas pintadas de blanco, presentó algunos retos para Santiago. “Fotografiar el blanco puede ser complicado ya que es dificil controlarlo; la luz rebota hacia todos lados y contolar la temperatura de color es critico. Sin embargo, cambiar de color las casas nunca estuvo en discusión, primero porque presupuestalmente hubiera sido imposible, pero también, porque había algo de inclemente y despiadado en el hecho de que todas las casas fueran blancas”.
Mucho del trabajo de iluminación fue quitarle luz a los personajes. Desde el guion, estaba sugerido un contraste en el interior de la nueva casa de los personajes, comenzando por la espacialidad, donde el personaje está enclaustrado mientras que en el exterior, todo es árido y los espacios son gigantes”. “Usé óptica Super Baltar dado que todo tenía que ver con la idea de denotar una mirada rara. Me pregunté en repetidas ocasiones, ¿qué óptica tiene un fuera de foco que se sienta extraño? Buscaba algo raro, sin llegar al anamórfico. Buscando opciones, me topé con esta serie de lentes que tenían unas imperfecciones muy fuertes y creaban una gran aberración cromática hacia los morados, algo bastante violento cuando estábamos con el diafragma completamente abierto”. “Otro inconveniente al que nos enfrentamos, fue que la locación se encontraba en un lugar bastante desértico donde las corrientes de viento pueden llegar a ser intensas. Fue algo abrumador competir contra el clima: teníamos sol en la mañana, luego estaba nublado, luego muy nublado, luego sol y luego nublado; después caía la noche helada. Este tipo de condiciones en las que hay mucha variedad de luz, puede llegar a afectar la manera en la que el blanco reacciona ya que suele “entintarse” al cambiar la temperatura de color. Esto sin olvidar las grandes diferencias en cuanto a niveles de exposición que se manejan cuando el cielo está despejado o no. Sin duda, esto fue una de las cosas más trabajadas en la sala de corrección de color”. Encontrar las herramientas adecuadas para un proyecto es fundamental. En este caso, Santiago consideró una cámara que le permitiera trabajar en las condiciones a las que se enfrentaría. ‘Rabia’ fue grabada con una cámara Sony Venice. “Una de las razones por las que decidimos usar la Sony, es su sistema de configuración Rialto, porque eso nos permitía apoyar la idea de enrarecer el cuadro y podíamos ponerla en los lugares más recónditos de la casa, como en rincones y debajo de la cama”. El Rialto es un sistema de extensión que permite separar la cámara en dos módulos: el cuerpo per se y la unidad de sensor, esto sin afectar la calidad de imagen.
“Otro set de gran importancia para la película, es la habitación de Alan, donde hay una pared cubierta de aluminio que también presentaba algunas complicaciones. Lo que Mich quería, era dar la sensación de que se viera como la luna llena, pero queríamos darle la vuelta a la clásica representación de la luna llena de las películas de hombres lobo. Hicimos pruebas con distintos tipos de papeles reflectantes, unos que brillaban más, otros mates, y de distintos grosores. El que más nos gustó, fue el aluminio de cocina tradicional ya que es bastante brillante y es delgado. Este material respetaba las texturas de la pared, dándole una textura a nuestra luna. Era importante la delgadez del aluminio ya que en un punto de la historia, se debe rasgar cuando Alan descubre un grafitti detrás de él. El papel aluminio delgado, hacía cosas interesantes con rasgones violentos”.
“Todos los días teníamos retos diferentes. Una de las cosas complicadas de hacer, fue resolver los seguimientos a Alan mientras camina por la azotea. No era nada sencillo a pesar de que las casas estaban unidas. El terreno era irregular y muy difícil para poder montar un dolly o grúa. Optamos por usar drone, que a pesar de no ser mi primera opción, nos permitió realizar estas escenas de manera más práctica y segura para el actor y para nosotros”. “Uno de los muchos aprendizajes que me dejó este proyecto, es saber aprovechar las cosas que no puedes cambiar de una locación y darle la vuelta a todo aquello que parece no jugar a tu favor. A veces, lo simple puede ser lo que funciona mejor”.
