Por Dunia Rodríguez Fotogramas ‘Sin señas particulares’

La película ‘Sin señas particulares’ (Corpulenta Producciones, Foprocine, Avanti Pictures, EnAguas Cine, 2019), obtuvo 16 nominaciones en la 63 edición de los Premios Ariel. Ganó nueve: Mejor Ópera Prima y Mejor Dirección a Fernanda Valadez, Mejor Fotografía a Claudia Becerril, Mejor Edición a Susan Korda, Mejor Guion a Fernanda Valadez y Astrid Rondero, Mejor Actriz a Mercedes Hernández.

Este equipo de mujeres ha recogido la ovación en festivales de cine como San Sebastián 2019 (Premio Horizontes Latinos), Sundance 2020 (Premio de la Audiencia y Premio del Jurado a Mejor Guion), Zurich 2020 (Ojo de Oro), Morelia 2020 (Premio a Mejor Largometraje), Gotham 2021 (Mejor Película Internacional). La lista de reconocimientos es larga a un trabajo fuera de los cánones esperados, pero que está lleno de amor, entrega y mucha creatividad, revela Claudia Becerril Bulos.

Feliz y halagada con el Ariel a Mejor Fotografía, Claudia narra cómo ‘Sin señas particulares’ le permitió experimentar hasta llevar la técnica fotográfica al límite. Además dice sentirse orgullosa por ser parte de la primera ocasión en que, –desde 1947 año de la primera entrega–, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas nomina en Dirección de Fotografía a tres mujeres. Un hecho histórico. Ellas son Carolina Costa AMC por ‘El baile de los 41’, Claudia Becerril Bulos por ‘Sin señas particulares’ y Sofía Oggioni por ‘Selva trágica’. Y dos hombres: Everardo González por ‘Yermo’ y Jorge Octavio Arauz Gómez por ‘Los lobos’. “Recibir el Ariel es un gran halago porque reconoce un trabajo fotográfico muy alejado del estándar y me llena de orgullo porque esta edición de los Arieles fue histórica en el sentido de que éramos mayoría de mujeres nominadas en foto”. Destacar el trabajo de las cinefotógrafas “habla de que nos estamos abriendo espacio en esa carrera que por mucho tiempo ha sido muy masculina, incluso machista”, expresa. Afortunadamente, afirma, las cosas están cambiando y esta nominación no es una concesión políticamente correcta o una cuota de género: “demuestra que las mujeres estamos haciendo cosas muy bien hechas”.

Tres morras con una veladora

Cuando Claudia Becerril Bulos (‘45 días en Jarbar’, ‘El final del principio’, CCC, 2019) dice que llevó la técnica al límite para hacer ‘Sin señas particulares’, hay que imaginar a “tres morras con una veladora”. O, envueltas en un remolino imparable de creatividad, lanzarse a buscar un foco de bicicleta para ponerlo en un dron o descubriendo los matices de una noche profundamente oscura. Porque ensayar, descubrir, equivocarse y acertar, fue el eje en torno al cual giró la dirección de fotografía, expone.

“Teníamos muy claro el tipo de rodaje que íbamos a tener. Fernanda y yo hicimos un trabajo de mesa muy bonito, con referencias, paleta de color y como además pasamos mucho tiempo en las locaciones, nos dio chance de ir conociéndolas e incluso integrar la paleta que ya existía ahí a nuestra propuesta”.

Aunque algunas cosas se reescribían después del scouting, otras se resolvían a partir de las carencias o el acopio de lo que brindaba cada locación.

Es decir, “fue pasar por mil posibilidades de cómo resolver. Por ejemplo, no íbamos a poder iluminar un espacio así (abierto y grande), entonces la solución fue hacer que la noche fuera verdaderamente noche y explotar eso. O sea, es como un baile entre resolver y a veces abrazar las carencias que tienes y hacerlas parte de la propuesta”.

Claudia Becerril detalla que para lograr el resultado de la fotografía en ‘Sin señas particulares’, el equipo utilizado constó de dos cámaras: la Sony FS72 y una Sony Alpha 7S2, así como dos estabilizadores: un Ronin para la Alpha y un Moby.

Cuenta que sin necesidad de invertir en la renta de una óptica carísima, usó Lensbaby y para contrarrestar la textura ‘videosa’ de la cámara, echó mano de lentes Minolta de foto fija.“De luces teníamos dos paneles de LED, unos tubitos de LED no eran Astera, eran chinos pero muy prácticos; teníamos muchas velas, cerillos y fuego”. ¿Te gusta el resultado que lograste?

“Claro. Esta película la amo desde el primer momento; es como esas cosas que sientes que son para ti, en las que tienes algo que aportar. Eso es para mí ‘Sin señas particulares’. Jamás me imaginé lo del Ariel y cuando estrenamos en Sundance, que fue bien recibida, de cábula entre Fernanda y yo decíamos: ‘Si nos hubieran visto en el rodaje, o sea, tres morras con una veladora’. Nos daba mucha risa. Creo que jamás nos hubiéramos atrevido a hacer tantas cosas pensando en Sundance, porque teníamos cero presión, era una película que necesitábamos hacer y para hacerla debía ser de esa manera”.

Claudia revela que “a veces para descubrir cosas sí tienes que cagarla. Llevamos al límite muchas cuestiones técnicas de la cámara. Sí, rayamos en el error, pero creo que fue muy productivo en ese sentido”.

Descubrimientos que sin duda pondrá en juego en cualquier otro proyecto y que se suman a una carrera iniciada desde su vida de estudiante en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde aprendió tanto la especialidad, como las lides de las mujeres en una carrera que por mucho tiempo fue protagonizada por hombres.

¿Qué aprendizajes te deja este proyecto?

“Aprendí que no hay nada que no puedas aprender. Aprendí que puedes jugar un montón con las herramientas que tienes, de maneras no necesariamente para las que están establecidas. Por ejemplo, teníamos un dron y le pusimos una luz de bicicleta porque, obviamente, no teníamos una luz grande que rebotar. Fue muy divertido buscar una luz de bicicleta”.

Fernanda Valadez, directora y guionista de la película, tenía referencia de un fotógrafo que hace juego de luces con drones en montañas muy rocosas, son fotografías con luces barridas, “y no es que quisiéramos llegar a eso pero sí lo consideramos, pero dijimos sí ya existe esa posibilidad de subir luces al dron, eso nos puede ayudar”, puntualiza Claudia Becerril (‘Baño de vida’, CCC, 2016).

Con más de una década como directora de fotografía en cortometrajes de ficción, documentales y largometrajes, Claudia sabe que en el rush de los rodajes siempre hay alguien encargándose de cosas que no necesariamente las hace el cinefotógrafo, es decir, la técnica dura, el mover los cables, entre otras.

“Lo que más sufrí fue hacer tantas actualizaciones con los tutoriales de los estabilizadores y los drones. Esas cosas generalmente lo hace alguien más por ti, pero ahora valoro doblemente ese trabajo”. Y es que ambas, Fernanda y Claudia, tuvieron que aprender a usar tanto los drones como los estabilizadores de las cámaras, para lo cual recurrieron a tutoriales por internet y a los colegas cinefotógrafos de quienes recibieron consejos e ideas.

“Técnicamente aprendí muchas cosas, como el flujo de postproducción, y me gustó mucho la parte de investigación: estar buscando cosas por todo el internet y con colegas. También aprendí que siempre hay soluciones para todo”.

En cuanto a las luces, no las sufrió, al contrario, disfruta hacerlo y contar con la libertad de experimentar; es algo que aprecia por encima de todo.“Siento que cuando tienes todas las herramientas hay cierta comodidad o hasta obligación de usarlas, o dices: le pongo un rellenito y ya, porque a lo mejor es más fácil salirte de experimentar”.

Pero narrar el tema de la desaparición forzada que aborda ‘Sin señas particulares’, requería su propia luz para lograr el alma que proyecta.“Estábamos muy obsesionadas con que la noche fuera noche. Sabíamos el tipo de rodaje que era y no me imaginaba noches muy iluminadas. Teníamos bastante claro hacia dónde llevar, sobre todo el color y el contraste, lo teníamos muy claro”, relata.

Aun con “una lista de documentales en mi haber, el documental deja aprendizajes, para mí ‘Sin señas particulares’ fue muy revelador; fue la vez que más consciente estuve de que necesito creer en lo que estoy haciendo”.Y no es que otros proyectos los haya hecho sin esa empatía, pero en esta película Claudia tomó conciencia de lo importante que es creer en lo que se hace.“Puede ser cualquier cosa. Creer firmemente en lo que se dice en una comedia romántica es perfectamente válido, puedes hacerlo técnicamente bien, pero si no tiene alma, se nota”.

‘Sin señas particulares’ dejó ver su esencia desde el primer momento. Narra que cuando revisó el primer corte, además de detectar todos los problemas técnicos que enfrentarían en la postproducción, salió el alma de la película.“Cuando vi el primer corte le dije a Fernanda: tiene alma, tiene vida y eso es todo para mí, es lo más bonito de la creación de cualquier cosa. Eso supera cualquier limitación y fue cuando tomé realmente conciencia; ya lo intuía, ya lo había vivido, pero se me reveló”.

Fuimos todas

Cuando Claudia Becerril Bulos llegó a estudiar cine venía de una formación en el mundo audiovisual y tenía interés en temas sociales. Ello como resultado de su paso por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM donde estudió Ciencias de la Comunicación y por la educación que recibió de sus padres. Temas como el expuesto en ‘Sin señas particulares’ o aquellos de la serie ‘No fue mi culpa’ (BTF Media, 2021), dan testimonio de las profundas heridas que deja la violencia en todas sus expresiones: desaparición forzada, feminicidio, secuestro, discriminación, pobreza, abuso de autoridad, entre otras.

Acercarse a esos temas a través de la dirección de fotografía, dice Claudia, no es casual. Aunque le provocan un agotamiento emocional, son la narrativa que le interesa abordar, porque aporta a la reflexión, permiten tener un espejo de la realidad que, por cruda que sea, debe ser visible y discutirse para atisbar alguna solución.

“No creo que el cine deba tener, per se, una misión social o política para existir. Los creadores le ponen ese valor a la película y no digo que una película pueda cambiar el mundo, pero sí puede poner el ojo en las cosas que van más allá de uno mismo, de la burbuja individualista”. “En la medida en la que puedes voltear a ver al otro aunque te duela, puedes generar otro tipo de vínculos. A lo mejor soy muy utópica, pero en un futuro, si se siguen trabajando estas narrativas y se crea un colectivo más amplio de la sociedad, sería la única solución o intento de solución a todo lo que está pasando”.

Para hacer posible esta utopía es necesario ver al otro, “porque no puedes hacer un colectivo desde tu individualidad nomás”. En cuanto a la industria del cine, el colectivo se fortalece con la presencia de más mujeres cada día en todas las áreas de la producción, afirma.

La histórica nominación de tres mujeres en la categoría de dirección de fotografía es resultado de un cambio en la sociedad, cincelado con esfuerzo y no sin transitar por el pasillo de la discriminación de género y la ruptura de paradigmas.

“Es algo que se viene gestando desde hace mucho tiempo. Hay mujeres cinefotógrafas, directoras, que desde hace mucho tiempo vienen abriendo paso. Tengo que reconocer que en mi vida fueron muy importantes figuras como María Seco AMC, Dariela Ludlow AMC, Erika Licea AMC, Celiana Cárdenas AMC e Hilda Mercado AMC”.

Ver el trabajo de sus colegas fue cuestionar el discurso machista, pues siendo estudiante en el CCC, Claudia escuchó argumentos del tipo: “Las cinefotógrafas no trabajaban o nunca les va bien, pero yo las veía a ellas y decía, ‘pero ellas lo están logrando’”.

Claudia recuerda que en su generación en la especialidad de cinefotografía era la única mujer y un maestro llegó a decirle que las mujeres sólo servían para poner las eyepieces. O para demostrar que el cine no estaba hecho para las mujeres, la ponía a cargar cámaras muy pesadas. Peor aún, cuando presentó la queja, una autoridad de esa escuela le recomendó acostumbrarse porque así iba a ser su vida de fotógrafa.

“Digamos que de este tipo de maltratos me salvó el que físicamente tenía fortaleza, porque en esa época hacía deporte, escalaba roca, pero no tendría porque ser esa la vara con la que se mide a una mujer”.

Irrumpir en la industria, dice, ha permitido que las mujeres tengan acceso a cuestiones tan básicas como talleres de profesionalización y hechos como la acometida del movimiento feminista; trastocan lo establecido, pero generan espacios como la Asociación de Mujeres Cinefotógrafas donde “nos vamos juntando y vamos tomando fuerza”.

¿Qué se siente recibir un Ariel?

“La verdad es algo que no me esperaba. Se siente muy bonito porque es un trabajo que hicimos con muchísimo amor, muchísimo empeño. Me siento muy agradecida con el Premio y la película que me marcó en muchos aspectos. La verdad no sé si cambiará algo en mi vida, espero que me permita tener más proyectos en los que pueda aportar y me permitan experimentar. Espero nunca dejar de experimentar, que siempre haya proyectos en los que pueda hacerlo, es maravilloso”.

‘Sin señas particulares’

Cámara: Sony FS72 / Sony Alpha 7S2
Óptica: Lensbaby / Minolta
Dirección: Fernanda Valadez
Cinefotógrafa: Claudia Becerril Bulos