Por Kenia Carreón y Milton R. Barrera
Fotos: Ihar Chyschenya / Fotogramas

Se dice que siempre dejamos algo de nosotros en cada lugar al que vamos, en cada objeto que manipulamos y en cada persona con la que nos cruzamos. De la misma manera el arte que nos atrae, nos refleja inconscientemente. Viajar y conocer nos transforma, modifica la manera de ver nuestro exterior y nutre nuestras vidas. Es así como Carolina Costa AMC (ganadora del Ariel a Mejor Fotografía en 2016 por ‘Las elegidas’), deja en cada proyecto que fotografía un toque de sí misma y viceversa.

La directora de fotografía brasileña inició su viaje después de terminar sus estudios de periodismo en su país natal y se mudó a Inglaterra donde se metió de lleno al oficio cinematográfico. Comenzó como asistente de reconocidos nombres en la industria hasta que comenzó a fotografiar su primeros proyectos. La pasión de Carolina por la cinefotografía se ve reflejada en cada uno de ellos y sin duda esas experiencias son las que enriquecen su visión del mundo. Después de terminar su maestría en American Film Institute en Los Ángeles, su carrera ha tenido un crecimiento presuroso y muy fructífero.

El proceso de adaptación es imprescindible para desarrollarse por completo. Para ‘Las elegidas’, su primer largometraje en México como directora de fotografía, tuvo que aprender español para entablar una mejor conexión con su crew. Así sea en Brasil, Estados Unidos, México, Inglaterra o Bielorrusia, aprovecha la oportunidad de conocer nuevas culturas y ampliar sus horizontes para crecer y conocerse aún más. 

Ambientada en la Minsk postsoviética (Bielorrusia) de 1996, ‘Crystal Swan’ es la historia de Velya, una joven licenciada en leyes, fanática de la música electrónica y cuyo sueño es irse a vivir a los Estados Unidos y convertirse en DJ. Este sueño se frustra después de mentir en los trámites para conseguir la visa americana, ya que da un número que no es el de su trabajo. El error la obliga a irse de la ciudad a un pueblo en busca de la casa a la que llamará la embajada estadounidense. En esa casa se ve obligada a convivir con una familia que le enseñará más sobre su país y sobre sí misma; será la búsqueda de una mujer para encontrar su identidad.

Darya Zhuk, directora de este proyecto, contactó a Carolina después de haber visto la película ‘Las elegidas’ (dirigida por David Pablos), que casualmente conocía a Carolina desde su época escolar en Columbia: “Comencé a recibir mensajes de Darya por Facebook e Instagram buscándome porque le había gustado la fotografía de la película y tenía un proyecto en Bielorrusia. Darya es de allá, pero vive en Nueva York desde hace años. Me habló del proyecto y me enamoré.” Carolina, quien también salió de su país para conseguir sus metas, se identificó con el personaje principal y su búsqueda interna. “El guión me pareció increíble. Se trata de la búsqueda de identidad y también de inmigración y son temas que conozco de manera muy íntima y personal. Me conecté con esta mujer que no tiene límites para alcanzar su sueños”.

La distancia entre ambas realizadoras no importó. Se comunicaron vía Skype por un año; hacían una o dos videoconferencias por semana para compartir referencias, sus gustos personales y confluir en una misma visión. Carolina recalca que una gran referencia para este proyecto fue el trabajo de la fotógrafa francesa Lise Sarfati.

Las imágenes que Carolina construye en sus películas se distinguen por mostrar la belleza que existe en lo cotidiano. “Visualmente la película se construyó en el momento en que llegamos a la ciudad. Una cosa es ver las imágenes en la computadora y otra muy diferente es vivirlas. Estando en el lugar me llené de lo que encontré ahí. La arquitectura me parecía fascinante. Creo que si hubiera sido fotografiada por alguien de esta zona o que haya nacido aquí, tendría un estilo y estética visual muy diferente”. Su mirada aportó un punto de vista objetivo con respecto a la ciudad y la vida de ese microcosmos. “Vimos locaciones impresionantes. Lo que para los lugareños era solo un edificio gris, para mi era genial”- dice entre risas-. “Yo estaba muy apasionada y veía claramente la película en mi cabeza. Por ejemplo, cuando hicimos la escena del comedor en la fábrica, los lugareños, que ya están acostumbrados a que usen ese lugar como locación para otros proyectos audio-visuales, se acercaban al monitor, estaban en “shock” o haciendo preguntas. Decían que nunca habían visto ese lugar así.”

Darya no quería el “estilo típico” de las películas de Europa del este: frías, con colores desaturados o incluso depresivas. Por este motivo el punto de vista extranjero ayudó mucho a la estética que lograron. En ‘Crystal Swan’ podemos observar el uso del color como característica inherente a los personajes, como el rojo que era parte de la personalidad de la protagonista. De igual manera los colores amarillos, verdes, azules eléctricos también se hacen presentes en la historia.

El uso del color como elemento narrativo es algo que Carolina ha explorado con anterioridad. En “Las elegidas” el color, iluminación o encuadres donde se encuentran los personajes se ven influenciados por el contexto o emociones de los mismos.

Una de las mayores dificultades para Carolina fue la comunicación dentro del set de ‘Crystal Swan’. Solo la directora y ella hablaban inglés: “Fue un proceso muy difícil y cansado. Intenté con la ayuda de un traductor pero se volvía muy tedioso y decidí dejar de usarlo. Mi gaffer casi no hablaba inglés pero le encantaba el fútbol como a mi y nos entendíamos por ahí. Con mi primer asistente estaba más conectada, aunque él sabe muy poco inglés. Vamos, ni siquiera mi productor me entendía. Nuestra manera de comunicarnos era tomándonos un shot de vodka y google translate”, nos cuenta entre risas. “Siempre se trata de redescubrir la manera en cómo te comunicas con alguien, no sólo en cuanto al idioma, sino a las ideas”. Para cada proyecto, crea una biblia o moodboard en la que incorpora todas las referencias, inspiraciones, ideas, plantillas de iluminación y aspectos técnicos de la película. El proceso en este caso debía ser más preciso para dejar todo en claro con su crew.

Dentro de la puesta en pantalla, hay un elemento que llama la atención de esta película: la decisión que tomaron ambas cineastas para trabajar con un aspect ratio de 4:3. Carolina comenta: “Darya quería ese aspect desde un inicio. Cuando me uní al proyecto me preocupé un poco porque ya no pensamos en 4:3”, -refiriéndose al constante consumo de aspects más alargados por la tecnología actual-. “No quería que se viera como un gimmick. Por supuesto hicimos pruebas con 1:85 y claramente, al ver las imágenes en 4:3, sabíamos que así tenía que ser la película. Se sentía que era parte de ella.”

Para trabajar con este aspect fue necesario regresar a lo básico y modificar la manera de pensar sobre el encuadre. “Estudié películas soviéticas y películas en general que tuvieran este mismo aspect, por ejemplo ‘Mommy’ de Xavier Dolán o ‘Ida’ de Paweł Pawlikowski. Traté de encuadrar siempre con puntos de fuga para que viéramos el espacio por donde se desplazan los personajes. A partir del hecho de que los personajes entraban a escena por el fondo, se me hizo interesante tener profundidad de campo”.

Para la protagonista se buscaron encuadres que fueran muy distintos a los usados con los otros personajes: arrinconada en las esquinas del cuadro, con mucho espacio vacio sobre ella, detrás de un vidrio o reflejada en un espejo; todas estas decisiones reforzaban la sensación de estar encerrada, como pez fuera del agua. “Tenemos una broma entre mis amigos, si hay muchos espejos en el set es porque estoy fotografiando.”- ríe-. “Me gusta mucho iluminar con espejos. Quizás es un concepto súper utilizado pero me encanta. Se puede lograr algo elegante y creo que eso hicimos.” Nada es arbitrario en cuanto a los elementos narrativos. El uso de los espejos nos muestra a un personaje buscándose a si misma entre sus diferentes facetas

Existen pocas casas de renta en Bielorrusia que pudieran ofrecer mucho equipo. En un principio se utilizó la cámara Alexa Classic, pero a la mitad del rodaje se cambió a Alexa Mini. Esta decisión también se tomó de acuerdo a los espacios de las locaciones. “La usamos en la secuencia de la boda, en la casa, donde fuera necesaria la cámara en mano y con tomas contínuas”.

“Recuerdo bien que estaban impactados con que hubiera una directora de fotografia mujer ya que no están acostumbrados a eso. Me preguntaban si quería ayuda con la cámara pero yo decidí cargarla en todo momento. Me impresionaban las ganas que tenía la gente de hacer cosas distintas. Me llevé muy bien con ellos”. La óptica que eligió Carolina fue Cooke S4 y Zoom Cooke 18-100mm.

En cuanto a movimientos de cámara se utilizó el dolly, steadi y cámara en mano, todo de acuerdo a las emociones que Darya y Carolina buscaban transmitir. “La idea era que al principio la cámara no se moviera, esto reflejaba su sentir y la situación de estancamiento de un país. Los momentos en que se mueve es por que está pasando algo dentro de  ella.” Cuando entra a la historia el personaje de Estepan, chico que conoce cuando llega al pueblo, la cámara empieza a ser manipulada a mano y de ahí en adelante se torna cada vez más intensa hasta llegar al final.

A Carolina le gusta trabajar minuciosamente la luz, es por esto que la mayoría de los planos que se ven en pantalla están iluminados, es decir en muy pocas ocasiones se usa la luz natural. Hay una escena en la cocina de la casa de la familia de Estepan, en la que se quiso aprovechar la locación y se planeó toda una secuencia para ser filmada en un momento del día determinado debido a que la luz del sol creaba un flare sobre el personaje. 

El equipo de iluminación era reducido comparado con otras producciones. Se tenía un paquete pequeño de tres HMI y dos luces de tungsteno. “La idea era hacer esa mezcla con luces prácticas cálidas y tubos fluorescentes. Pero algo de lo que me di cuenta en el scouting fue que en muchos lugares no se prendían las luces. Por ejemplo, la estación de trenes y la cantina tenían muchas luces colgadas de estilo neo-clásico pero que no estaban encendidas y en las tiendas solo algunas luces se veían prendidas. Creo que todo esto es un reflejo de la manera en la que se consume en este país. También utilicé esto como forma de iluminar los espacios. Me gusta la idea de ver luces pero no prenderlas o prender una que otra”.

Además de los retos técnicos y de comunicación, otro desafío importante fue mantener una mirada fresca. “Mantener la mirada desde fuera pero no para retratar de una manera burda, sino objetiva, siempre con respeto y curiosidad; entenderlo pero nunca juzgarlo.” Justamente hay una escena dentro de una discoteca en la que se encuentran dos mundos y cuyo objetivo era el de, simplemente, ejemplificar la forma en la que conviven el pasado y el presente de la historia y cultura de un país en un mismo espacio. “Nos encantaba la idea de encontrar un espacio donde se mezclara lo antiguo y lo moderno. Cuando encontramos este museo nos dijimos: “Tenemos que filmar aquí”. Era un museo en el que, aún no se cómo, nos dejaron filmar . Nos fascinaba esta idea de mostrar a la juventud que, aunque ya no pertenece a ese mundo antiguo y no forma parte de su percepción, sigue siendo parte de su historia y por lo tanto de su identidad. Todas estas estatuas viéndolos, era presenciar un contraste de épocas frente a nosotros”. 

Como anécdota interesante, cuando se filmaron las escenas finales de la película durante manifestaciones, había un gran temor por parte del crew debido a que existen muchos temas controversiales en el país de los que no se debe hablar porque el ejército puede llegar a detenerte. “Hubo un día en que la KGB entró a las oficias a investigar todo y yo tenía prohibido hablar inglés porque era muy sospechoso. Leyeron página por página el guión”. Esta situación ya estaba contemplada por parte de producción por lo que tenían dos versiones del guión: la versión completa y otra en la que se omitía el principio y el final de la película. Por esto las secuencias de la gente protestando fueron las últimas en hacerse, porque no se debía saber, el gobierno no podía saber. “Recuerdo que estaba tomando café antes de iniciar el llamado y se acercó un compañero a decirme con tono sarcástico: ‘Aprovecha tu café porque puede ser el último’”, dice riendo.

‘Crystal Swan’ fue la primer película en ser seleccionada para representar a Bielorrusia en los 91 Premios de la Academia , pero no fue nominada: “Me sorprendió la decisión porque mostramos un periodo del cual no se puede hablar ni retratar. La película fue todo un éxito en taquilla en Europa del Este . Recuerdo también con entusiasmo un screening en Los Ángeles. Muchas mujeres de ese país me buscaron después de la proyección para agradecerme por la película. Era la primera vez que se veían retratadas en la pantalla del cine. Esto me pareció lo más hermoso y gratificante del mundo. Es por esta razón que hacemos cine.”

Desde la pre-producción, hasta la corrección de color, el trabajo de Carolina se distingue por la pasión con la que se entrega a ellos. Ha participado en proyectos muy distintos entre si: ‘Las elegidas’, ‘Hala’, ‘IceBox’ y ‘Flower’ entre otros. En todas estas películas, Costa muestra su versatilidad como directora de fotografía y que no teme a experimentar con nuevas formas de narrativa visual. Sin importar el punto geográfico donde se encuentre trabajando, demuestra profesionalismo y amor por el arte de retratar historias que brinden a los demás un camino para encontrarse a sí mismos.