Basada en el libro de Guadalupe Loaeza “Las niñas bien”, y fotografiada mágicamente por Dariela Ludlow AMC, esta película nos sumerge en el frágil mundo de los altos estratos sociales de los 80.
Por Milton Rodríguez y Kenia Carreón
Fotogramas de la película
Sofía de Garay aparece recostada sobre un sillón en el Spa mientras el personal enjuaga su sedosa cabellera y pinta sus delicadas uñas. Una mujer sin duda bendecida entre la clase alta del México de los 80. La primera imagen presenta a la protagonista interpretada por Ilse Salas (‘Güeros’, ‘Cantinflas’), en un opening Image que polariza totalmente con el final de “Las niñas bien”.
Adaptación cinematográfica basada en la novela homónima de Guadalupe Loaeza; la directora y guionista Alejandra Márquez Abella centra la trama en Sofía de Garay, quien acostumbrada a los lujos de una vida privilegiada, se niega rotundamente a cambiar su posición en la sociedad una vez que la crisis económica golpea al país y hace evidentes las deudas de su esposo.
Con la experiencia de tener varios proyectos juntas, Alejandra Márquez Abella le propuso a la directora de fotografía Dariela Ludlow AMC (“Los adioses”, “No quiero dormir sola”) volver a colaborar en este nuevo proyecto que representaba un reto en todos los sentidos, además de ser el primer largometraje juntas. “Ale y yo – menciona Dariela- somos muy parecidas en la manera de pensar y expresarnos. Ella me había dicho que le daba miedo que no sumáramos creativamente nada al proyecto porque pensamos igual. Coincidimos en muchas cosas y tenemos las mismas referencias. Viéndolo así, tenía un poco de razón, pero cuando nos juntamos para hacer la preproducción fue una explosión al máximo”.
En todos los departamentos debe existir una buena comunicación que apoye la visión del director y que, sobre todo, aporte a la película. La complicidad con el director es esencial a la hora de llevar un proyecto a la pantalla y en este caso la mancuerna forjada entre Dariela y la directora no fue la excepción. “Me sentí muy afortunada porque considero a los directores como mis amigos y siento que lo que compartimos es la manera de ver la vida. A Alejandra la conozco desde hace mucho y nos hicimos amigas porque nuestros hijos tienen casi la misma edad. Hasta en eso coincidimos,” ríe.
Uno de los retos principales fue transportar la obra literaria a imágenes. La principal característica del libro de Guadalupe Loaeza es la forma en la que está escrito a manera de crónicas. Para Dariela y Alejandra, Jean-Luc Goddard fue de gran ayuda para transportar la historia: “Tomamos mucho de Goddard como influencia pero, específicamente, por la forma y cómo se utiliza en lenguaje para generar una nueva lectura de una película. Puedes tener la historia pero dependiendo de cómo la filmes es como generas una nueva lectura y eso es lo que trasciende”. Es así como “Las niñas bien” se aparta de su origen para crear una obra por sí misma, al darle la vuelta a la narrativa académica y utilizar las herramientas formales que da el cine para dar más capas de lectura.
Tuvieron dos meses de preproducción en los que se exploró en todos los sentidos la mejor manera de contar la historia. Cada uno de los cuadros tiene un por qué desde un lugar narrativo y filosófico, nada es gratuito. “Todos los cuadros tienen la altura que tienen que tener y todo se realizó con una conciencia y con una precisión que hace que la película sea lo que es” dice Dariela.
Este periodo de análisis sirvió para encontrar esos elementos que no la hicieran ver como una película aspiracional. Que no fuera otra comedia más en la que se mostrara a determinado estrato de la sociedad como meras modelos a seguir, sino mostrarlas como realmente son. “Justo para quitarle esa sensación aspiraciona lo que hicimos fue darle a la cámara un punto de vista ante las situaciones. Nosotros vamos a pensar qué decir sobre esto que estamos viendo a través de la cámara”. Dariela usa como ejemplo las escenas en las que se muestra a Sofia arreglándose. En este sentido la cámara decide no verla a ella sino a sus joyas, ropa, glamour. Sofía no siente que es bella por lo que es, sino por lo que tiene y la cámara lo refleja.
El trabajo de fotografía se transforma junto a nuestra protagonista. Es decir que al principio los filtros e iluminación favorecen la imagen que tenemos de esta sociedad mientras que en las últimas secuencias se vuelve todo lo contrario. La primera secuencia es una fiesta de cumpleaños, en la que vemos el poder e influencia de la protagonista frente a una multitud de personas. Para engrandecer tanto la figura de Sofía como el mundo en el que se desempeña día a día, Alejandra y Dariela optaron por usar el filtro Star de 4 puntas, con una propuesta en la cual la protagonista está en el centro del cuadro todo el tiempo
Este tipo de filtro, como su nombre lo indica, provoca que todas las luces que aparecen dentro del cuadro tengan una apariencia de estrella. Dariela admite que admira la valentía de Alejandra con respecto al uso del filtro Star. ”Yo le preguntaba: Ale, ¿No es un exceso de estrellas? y ella simplemente me contestaba -no, que no te de miedo.” Ahora que ya pasó un tiempo y viendo los resultados finales, Dariela llegó a la conclusión de que la diferencia entre una película y otra, es precisamente ese toque que las hace únicas. “Es cuando tomas este tipo de decisiones arriesgadas, ese tipo de apuestas, diciendo si es mucho, pero la película lo necesita y así debe ser”.
Dariela buscaba apartarse del estilo fotográfico que tienen actualmente las películas basadas en los 80, en las que las noches son azules eléctrico o los back lights están muy presentes y brillantes. “Nosotras no queríamos ese estilo, no porque esté mal sino porque la película lo ameritaba. Teníamos y queríamos hacerte sentir como si estuvieras en los 80 pero no desde este recuerdo idealizado que se presentan en las películas actuales”.
Durante las primeras escenas de la película, la iluminación naturalista y encuadres que Dariela propuso contrastan con recursos de la época muy sutiles y que reforzarán la idea de belleza idealizada por Sofía. “Claudio Castelli (diseñador de producción) y yo trabajamos mucho en cada elemento frente al cuadro. Recuerdo esta escena en la que Sofía se encuentra dentro de un vestidor rodeada de espejos, detrás de ella todos sus reflejos. En este caso se tuvo que hacer este espacio pero para poder realizar ese encuadre; se optó por utilizar un espejo de doble vista para esconder la cámara. Sin embargo el uso de este espejo reducía unos pasos de exposición además de tener un tinte verdoso. “En esta escena se muestra a una diosa multiplicada al mil junto a todos sus egos, con la piel más hermosa del mundo”.
Claudio Castelli refuerza la psicología del encuadre con la paleta de color. Azul cielo, colores crema y blanco rodean la figura de Sofía, es una diosa griega. Dariela en este caso utilizó filtros white promist y soft fx para suavizar el tono de piel y crear en el blanco un leve halo (característica también de la estética del cine ochentero).
‘Las niñas bien’ se filmó con Alexa XT a 3.2K (con un aspect ratio de 2:35 Cropped) y óptica Leica Summicron. La elección de los lentes fue pensado igualmente para separarnos de la imagen ochentera tradicional. “Mi primer impulso fue usar los High Speed, pero decidí que no. Es solo un impulso y te llevan a imágenes clichés. Entonces pensé en los Leica que son muy suaves; le quitan un poco el sharp a la imagen y eso, sumado a los filtros, hacía que la imagen no se viera tan definida”. En el caso de los zooms, se utilizó el óptimo 24- 290mm de Angenieux. El uso de este movimiento de cámara era usado en específico para enfocarse en momentos clave de la escena.
Cuando comienza la decadencia de Sofía, tanto económica como psicológica, los filtros que suavizan su cara comienzan a desaparecer; la corrección de color y el maquillaje refuerzan esta idea. Todo fue planeado desde la preproducción, se hizo un trabajo muy detallado. En el área de vestuario por ejemplo, al principio ella es la que siempre destaca por color y textura del resto de las actrices. Conforme avanza la película Sofía se va homogeneizando con las otras, hasta que llega al punto en el cual es exactamente igual a las demás. La cámara ya no hace distinciones. Sofía es otra “niña bien” del montón.
Otro ejemplo del trabajo que hizo Dariela muy de la mano de los maquillistas y los encargados de vestuario, fue respecto a la paleta de color y cómo se modificó a favor de la narrativa de la historia. “Entre los tres departamentos nos coordinamos para tener un color transgresor en la historia y ese color es el rojo. Ana Paula es la nueva chica que quiere entrar en el club de las mujeres de dinero, pero ella es nueva rica y no tiene la clase. Es la primera en portar el color rojo y presentarlo dentro de la película”. Después de una serie de eventos que poco a poco van dándole cada vez más status y reconocimiento dentro del mundo de las “niñas bien”, estas comienzan a utilizarlo también. “Llegamos inclusive a pintar algunas locaciones de color rojo para resaltar el estado anímico de desesperación por parte de la protagonista por seguir siendo aceptada. Mucha de la ropa la hizo Anahí Ramos, diseñadora de vestuario. Entendió todo y me ayudó mucho”.
Hacia el final de la película, hay una escena en plano secuencia que resultó ser un reto técnico por diversas cuestiones. En este plano Sofía va caminando por Las Lomas hacia la casa de Ana Paula después de que su coche se quedó sin gasolina. “Alejandra quería que siguiera a la protagonista por casi dos minutos y medio por las calles empinadas. Había que iluminar tres calles y caminarlas en subida, de noche, la pobre protagonista en tacones, yo con la cámara en mano. Todo era difícil, porque se tenían que cambiar los LEDS por sodios, hablar con los vecinos para informarles que se haría por unos días este cambio, esto más las grúas de luz. Técnica y físicamente era muy difícil y agotador. Comenzando la escena estaba en una cuatrimoto y después me tenía que bajar de ella y seguir la toma caminando”. Rafael Rodríguez fue el gaffer en este proyecto quien ya tiene tiempo trabajando con Dariela. Recordando cuando le mencionaron como sería esta escena menciona entre risas: “se me quedó viendo y me dijo “si te van a traer los condors”. Fue difícil pero si los trajeron”. Al final de cuentas se terminó por editar la escena, es decir el plano secuencia no se ve como contínuo, sino que hay brincos entre una acción y otra.
Otra escena que resultó difícil hacer fue un dolly circular en el club de tenis. “Alejandra quería que fueran varios minutos siguiendo la plática de los personajes, pero en esos casos y con seis personas en cuadro ¿qué haces con la luz?. Rafael fue quien propuso el uso de este sistema en el cual teníamos dos toninas y pusimos un marco de 12×12, todo se iba moviendo junto”. Es decir mientras la cámara iba girando también lo hacía el marco que difuminaba la luz. “El punto del dolly mareador -bromea Dariela- era enfatizar el mensaje de que lo que estaban hablando los personajes, no es algo importante, es algo muy banal y sin importancia, algo que te marea. Es hasta que Sofía habla cuando el movimiento para, la “reina” va a hablar”.
“Las niñas bien” es un ejemplo de cómo los elementos en conjunto, a pesar de ser una película de época” , pueden hacer que una obra sea anacrónica. Un proyecto debe pensarse en todos los sentidos para lograr transmitir la visión de los realizadores, que trascienda y traspase fronteras. Ejemplo de esto es el buen recibimiento por parte del público y la prensa extranjera. Esta cinta compitió en el Festival Internacional de Cine de Toronto y recientemente ganó Mejor Película en el Festival de Cine de Málaga.
Dariela asegura que las imágenes no son por sí solas ya que no son un simple cuadro. Obviamente importa el estilo de la imagen en cuestiones técnicas, tipo de composición, zona áurea, contraluz, etc., pero más importante que eso, es que se debe pensar en una imagen entera, es decir la totalidad de una película. Una imagen pulsión que hace que te mueva algo, que te hace pensar y reflexionar y esto se logra con esa imagen desarrollada a través de toda la película.
‘Las niñas bien’
Cámara: Alexa XT a 3.2K
Óptica: Leica Summicron, óptimo 24- 290mm de Angenieux Cinefotógrafa: Dariela Ludlow AMC