“Una Great movie ” es el primer largometraje de producción estadounidense fotografiado por el presidente de la AMC, Carlos Diazmuñoz, se filmó en el invierno de 2017 y 2018 en locaciones de Holbox, Quintana Roo y Los Ángeles, California
Por Salvador Franco Reyes Fotos: Carlos R. Diazmuñoz AMC Pablo Grillo
La invitación para fotografiar la película ‘Una Great Movie’, de la directora norteamericana Jennifer Sharp, tocó la puerta del cinefotógrafo Carlos R. Diazmuñoz AMC de la manera menos esperada. Y es que fue en el Festival de Guanajuato donde el músico Pablo Mondragón recomendó a Sharp invitar al presidente de la AMC a su proyecto. Lo curioso es que Mondragón conoció a Diazmuñoz desde los nueve años cuando el director de fotografía se ponía a jugar con él y su hermano para que no se aburrieran mientras sus papás llegaban del trabajo ya que eran vecinos.
“Yo conocí a Pablo y a su hermano porque eran mis vecinos y salía a jugar con ellos mientras sus padres trabajaban, pues aunque yo era más grande que ellos, recordaba cuando mi papá estaba en rodajes y no tenía todo el tiempo para cuidarme.”
Cuando conoció a Mondragón en 1986, Diazmuñoz era primer asistente de cámara . “Es curioso como años después él me recomienda con Jennifer Sharp; leo su guion y me enamoro tanto que decido fotografiarlo”, recordó Diazmuñoz en entrevista desde su estudio en Los Ángeles.
Además de la historia, el director de fotografía que venía regresando de rodar la tercera temporada de ‘Fear the Walking Dead’ en los estudios de Rosarito, en Baja California, quedó cautivado por la energía de la realizadora quien estaba dispuesta a morirse en la raya con tal de sacar adelante la película independiente que se filmó en febrero de 2017 en la isla de Holbox, Quinatan Roo y en febrero de este año en Los Ángeles California. “Una Great Movie es una película dentro de una película; es una comedia romántica que escapa al cliché del género y que muestra la farsa dentro de una industria como Hollywood y en la que Jennifer aborda el racismo que ha sufrido y la discriminación de género por ser mujer”.
¿Qué significa para ti rodar tu primera película de producción estadounidense?
Cuando tenía 20 años me mudé de Tucson, Arizona a Los Ángeles con dos amigos y con 120 dólares en la bolsa. En ese entonces estaba estudiando ingeniería aeronáutica porque quería ser piloto de la fuerza aérea gringa. Un día pasé por un rodaje que me recordó que desde los seis años mi papá nos llevaba a sus filmaciones y mi hermano y yo no nos divertíamos muchísimo. En ese momento me di cuenta que quería regresar a los sets y trabajar una vez más. Bastó un segundo para tomar la decisión de ser cineasta.
Y ahora regresaste a Los Ángeles en condiciones muy diferentes…
Sin duda. Estar de regreso ahora con una carrera de 33 años siendo presidente de la Sociedad Mexicana de Autores de Fotografía Cinematográfica (AMC) y para rodar mi primer película aquí, fue un regalo muy lindo de la vida.
¿Qué fue lo que te cautivó de este proyecto?
Que es una historia única y un guion totalmente original. Es una historia de amor pero no la típica comedia romántica, es más bien la búsqueda de un sueño. Además es una película que toca los dos países. La escribió una directora nacida en Estados Unidos que viajó a Holbox cuando tenía 19 años y se enamora de México y que impregna su mirada de amor y de respeto. A mí me pasó justo eso, me enamoré de Estados Unidos cuando era muy jovencito; retratar ese proceso bicultural es algo muy bonito porque es amor hacia los dos países.
¿De qué manera te retó esta película?
Es una locura en muchos sentidos empezando porque 45 de nuestros actores no son actores sino gente real. Eso me daba pánico, pero lo hicieron estupendamente. Por falta de presupuesto teníamos a gente trabajando con poca experiencia o casi nada y obviamente hubo complicaciones grandes. El rodaje en la isla fue muy entrañable y Jennifer se convirtió en una celebridad. Todos apoyaron su sueño prestándole locaciones, hospedaje y hasta el ferry de la isla. Este tipo de cosas pasan cuando la gente ve que alguien ama a nuestro país y es ahí cuando nosotros damos todo por ellos.
¿Cómo planearon la estética y look del largometraje?
Siempre he tenido claro que la historia es la protagonista de una película y todos los demás trabajamos para ella. Jennifer me dijo desde el principio que quería tres ambientes diferentes: uno para la parte del guion dentro del guión que tenía mucho más realismo. Eso lo hicimos a dos cámaras con un lente 35mm que sabía implicaría un reto, sobre todo a dos cámaras simultáneas. Otro para la parte de la farsa de la comedia romántica en Holbox con una luz más preciosista y difusión pesada en las cámaras y el último para la parte de Los Ángeles en el que los personajes se enfatizan con lentes angulares y más definición.
También cambiamos los aspectos en cada una de las historias. Utilizamos 2.40, 1.85, 16:9 y sigo convenciendo a Jennifer que utilizamos el 1.33 para la parte cuadrada de Los Ángeles pero no la he convencido al cien por ciento. También tenemos una secuencia de sueño que quiere hacer un aspecto abstracto y cambiante durante la secuencia.
¿Con qué cámara trabajaste?
Todas las películas que he hecho curiosamente han sido con la Red y las segundas unidades con Alexa. Siempre es bueno que los directores nos pregunten la cámara con la que preferimos trabajar, pero esta vez teníamos un productor de nombre Matt Morgan que hace documentales en Portland, Oregon, que nos donó dos cámaras Red Epic Dragon en 6K para el rodaje.
La segunda parte del rodaje en Los Ángeles ya las había modificado a Weapon Helium. La Red Epic es una cámara que me gusta mucho porque es muy versátil y resulta muy ligera cuando haces cámara en mano. Tuvimos muchas secuencias así en las que incluso jalé el foco. Sé que a mucha gente no le gusta la Red pero yo la adoro. Además de su ligereza, puedes hacer una precorrección de color con parámetros fabulosos; puedes setear una precolorimietría, pero es únicamente metadata, lo cual quiere decir que no afecta realmente el material raw.
¿Qué óptica combinaste con la Red Dragon?
Para la fase de Holbox usé una óptica vieja que me gusta mucho, la Carl Zeiss High Speed. Son lentes viejísimos, de los 80, que hacen flares preciosos y me recuerdan mucho a mi difunto padre que tenía un juego de lentes high speed. No soy tan fan de la óptica muy definida, prefiero algo muy cinemático. En la parte de Los Ángeles utilicé los Cooke S4/1 minis porque la segunda unidad usaba el Movi y el Steadicam todo el tiempo. Todo quedó muy bien, fue una buena combinación.
¿Además de la cámara en mano, que otros movimientos utilizaste?
Lo historia principal fue cámara en mano para la historia de amor, pero también usamos el Dolly, unos drones DJI Inspire, un jib y el Steadicam operado por Alejandro Arrioja, quien nos dio unos planos secuencia muy complejos que quedaron de maravilla. Alejandro es muy fuerte y logra planos muy complejos sin quejarse de la parte física del Steadicam. Por cierto Matt Morgan, el productor, también llevó cinco drones de juguete que le regaló a los niños de la isla.
¿Cómo resolviste la iluminación?
Trabajamos con la gama M de ARRI y otras ARRI Par, pero es importante decir que toda la luz fue rebotada, prácticamente nunca metí una lámpara directa. Es un look muy específico del que me he enamorado. Otro reto importante en esta película fue iluminar los distintos tonos de piel porque tuvimos toda la gama, desde la protagonista que es de tez negra hasta personajes rubios.
¿Qué sientes cada vez que tienes que despedirte de un proyecto?
Algo que bauticé como el ‘síndrome del post shooting blues’ porque sí da mucha alegría terminar, pero también da tristeza y melancolía, son sentimientos encontrados. Espero que le vaya muy bien a la película porque Jennifer se lo merece; es una mujer que está luchando por sus sueños y no puedo más que tener admiración y motivación por ver que uno puede lograr lo que sueña.
“Una Great Movie”
Cámara: Red Epic Dragon/ Red Weapon Helium
Óptica: Zeiss High Speed /Cooke S4/1 Minis
Cinefotógrafo: Carlos R. Diazmuñoz AMC